Aumenta el número de maltratadores menores de edad: ¿En qué estamos fallando?

Hace unos días salió la noticia del aumento de maltratadores menores de edad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de menores denunciados por maltrato machista creció un 70% en 2021.

Aumentan los maltratadores menores de edad

Pero, aún hay más. Las cifras son espeluznantes. Según las Estadísticas de Violencia de Género y Violencia Doméstica publicada por el INE, el año pasado 38.715 personas fueron víctimas de violencia de género y violencia doméstica.

De estas, 35.359 fueron mujeres (30.141 víctimas de violencia de género y 5.058 de la doméstica, mientras que 160 constaban como víctimas y denunciadas a la vez) frente a 3.356 hombres víctimas de violencia doméstica (3.182 más 174 que constan como víctimas y denunciados). En ese mismo año, 151 mujeres y 22 hombres fueron asesinados por sus parejas o exparejas.

 

 

Son cifras que no podemos tolerar como sociedad. Más aún si añadimos el dato de que el mayor aumento de víctimas en 2021 se dio entre mujeres menores de 18 años.

Es evidente que la solución es compleja y atañe a todos los sectores de la sociedad. Se necesitan medidas legislativas, políticas, sociales, educativas…

Personalmente, no entiendo ni de leyes, ni de política, ni de grandes acciones… Pero sí soy consciente de la importancia que tiene asumir la responsabilidad de nuestro metro cuadrado. Como personas que viven en sociedad y, sobre todo, como progenitores. Así que hoy abordamos cómo podemos poner nuestro granito de arena para crear una sociedad igualitaria basada en el respeto y la no violencia.

¿Estamos sabiendo educar en igualdad?

Entendemos por sexismo la actitud discriminatoria de quien infravalora a las personas del sexo opuesto o hace distinción de las personas según su sexo.

El sexismo se aprende desde la infancia

Cuando somos niños/as, construimos nuestro mundo emocional y social a partir de modelos básicos que nos son dados. Estos modelos nos ayudan a interpretar el mundo de manera que somos capaces de encontrar diferencias y semejanzas, de participar o no en actividades o de juzgar si un comportamiento es adecuado o no.

 

 

Los modelos a los que somos expuestos tienen una gran importancia en la capacidad de autorregulación de la conducta y tienen mucho que ver con cuestiones sociales y culturales. Antropológicamente es curioso investigar cómo cuestiones aceptadas en unas sociedades no lo son en otras.

Niños/as y adolescentes reproducen esquemas vividos. De hecho, el haber vivido experiencias de violencia es una condición de riesgo aunque, afortunadamente, no siempre se da.

La buena noticia es que, si el sexismo se aprende desde la infancia, la igualdad también. Y ahí es donde padres y madres tenemos la obligación de remar a favor.

¿Qué referentes les estamos dando a nuestros/as hijos/as?

A menudo decimos que la infancia y, sobre todo, la adolescencia, son etapas en las que las personas son permeables, flexibles y maleables. Por tanto, un mal ejemplo puede hacer mella en el desarrollo posterior. Sin embargo, hablamos poco de que la adolescencia también es una etapa fantástica para cuestionar.

 

 

Podemos aprovechar la etapa adolescente de nuestros hijos e hijas para que aprendan a analizar, a cuestionarse las diferentes realidades, a hacer crítica constructiva y a conocerse a sí mismos/as puesto que es un periodo ideal para la introspección.

¿Cómo podemos ayudarles a que construyan una sociedad que no se base en modelos de dominio-sumisión?

Vamos a aportar algunas ideas para trabajar en la igualdad, el respeto y el buen trato hacia los demás:

Dar ejemplo

Las madres y los padres somos los primeros referentes en la vida de nuestras hijas y nuestros hijos. Si en casa nos hablamos gritando, si nos faltamos al respeto con insultos… ellos/as copiarán nuestro modelo. Solo por esto, bien merece la pena poner cuidado en nuestra forma de comunicarnos.

 

 

Implicar a todos los miembros de la familia en las tareas del hogar

Es cierto que en este sentido hemos ido avanzando, pero nunca está demás recordar que, si tu hija pone la mesa, tu hijo la recoge.

Las mismas normas para todos

Por supuesto, las normas deben estar hechas teniendo en cuenta la edad y características de los/as hijos/as. Pero, si hay un hijo y una hija de edades similares, no debemos poner, por ejemplo, una hora de llegada a nuestro hijo por ser chico y otra diferente a nuestra hija por ser chica.

Quizá este punto se esté superando también, pero es cierto que hasta hace unos años, casi todas las chicas tenían normas más estrictas que sus hermanos varones. Lo ideal sería no tener que decir a nuestras hijas que modificaran su forma de vestir o que no volvieran andando solas a casa sino que educáramos a nuestros hijos en el respeto hacia el otro.

No rotundo a los comentarios y actitudes machistas

A veces, un chiste, una broma o un comentario dejan una huella que no esperamos. Y, en la mayoría de las ocasiones lo hacemos sin darnos cuenta, en parte porque están integrados en la sociedad y, en parte, porque suelen ser muy sutiles.

 

 

Comentarios del tipo “llora porque es una nenaza” o “eso es de chicas” invaden nuestro día a día. Por ello, debemos poner empeño en no tolerar, ni reír comentarios, chistes o actitudes de corte machista. Y, no solo eso, sino que está en nuestra responsabilidad hacérselo ver a nuestros hijos con una explicación sencilla. 

Permitir el acceso a la totalidad de valores

Debemos inculcar a nuestros/as hijos/as que la empatía (y no la sumisión) puede convivir con el poder sin que este tenga que convertirse en dominio. Los niños pueden ser lo que quieran ser y las niñas pueden ser lo que quieran ser.

Estar atentos a sus grupos de amigos/as y a sus referentes

Es importantísimo que sepamos con quién entablan amistades nuestros/as hijos/as puesto que el grupo social durante la adolescencia ejerce una gran influencia. Del mismo modo, conocer sus referentes nos puede dar una idea de cómo piensan.

Enseñarles a reconocer las primeras señales del maltrato

Una de las mejores medidas de prevención es que sean capaces de identificar cualquier signo de maltrato hacia su persona. Algunas cuestiones como que la pareja te exija enseñarle el móvil, te pregunte constantemente dónde estás y con quién son muchas veces confundidas con muestras de amor romántico.

 

 

Es imprescindible que entiendan que cuando alguien te quiere, te tiene que querer en libertad. Si no es así, no es amor.

No infravalorar ni sobrevalorar la edad

Cuando hablamos de adolescentes tenemos que establecer el equilibrio entre no creer que son pequeños y no pensar que son mayores y pueden solucionarlo todo solos.

Es un ejercicio complicado puesto que, además, nos tenemos que adaptar al grado de madurez pero tener claro que estamos ante personas que ya son mayores para experimentar sus primeras relaciones afectivas de pareja y, a su vez, son pequeños para detectar comportamientos nocivos o para solucionar determinadas situaciones que incluso por vergüenza no nos quieran contar.

 

 

Establecer un canal de comunicación eficaz

En la línea de lo anterior, debemos establecer un canal de comunicación en el que nuestros/as hijos/as se sientan seguros y dispongan de la confianza necesaria para poder contarnos lo que les ocurre. Ese canal de comunicación servirá también para que nosotros podamos anticipar conversaciones como medida de prevención. Nada como un buen ejemplo comunicativo para fomentar el respeto y la igualdad.

Y, por supuesto, si notamos en nuestros/as hijos/as cambios en la conducta, en la manera de vestir, aislamiento en cuestión de amistades, alteraciones en el estado de ánimo, etc. y sospechamos que puede haber de trasfondo algún tipo de maltrato, debemos tomar las riendas de la situación y consultar con expertos que nos puedan asesorar.

Por tanto, como en casi todas las cuestiones referentes a la crianza de nuestros hijos e hijas, se trata, una vez más, de ser y estar. En este caso para poner nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mejor.

Fomentar la actitud activa

En ocasiones, la persona que sufre el maltrato no es consciente de ello o se encuentra paralizada por el miedo. Debemos inculcar a nuestros/as hijos/as que sean valientes y, si detectan que alguna persona conocida está sufriendo maltrato, que nos lo cuenten para poder poner en marcha el sistema de ayuda.

 

 

Si quieres más información sobre educación positiva o necesitas asesoramiento profesional para mejorar la comunicación y/o la relación con tus hijos/as, en la Tribu CSC puedes consultar a nuestro equipo de expertos en educación y crianza respetuosas. 

 

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