¿Actúas correctamente cuando tus hijos tienen fiebre? La conclusión de este estudio te sorprenderá

La fiebre no es una enfermedad, sino una señal de que su cuerpo está tratando de combatir una enfermedad o infección

¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño? Un nuevo estudio del Hospital Infantil C.S. Mott de la Universidad de Michigan pone en entredicho lo que pensamos sobre la fiebre en los niños y revela que 1 de cada 3 padres medica inadecuadamente a sus hijos.

1 de cada 3 padres da a los niños medicamentos para reducir la fiebre innecesariamente, según el estudio

Aunque la mayoría de los progenitores reconocen que la fiebre baja ayuda al organismo del niño a combatir las infecciones, 1 de cada 3 padres está administra medicamentos antifebriles en caso de temperaturas por debajo de 38ºC, lo cual no es recomendable, según la Encuesta Nacional sobre Salud Infantil del Hospital Infantil C.S. Mott de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). La mitad de los padres confiesa que también utilizaría medicamentos si la fiebre estuviera entre 38 y 39 grados, y una cuarta parte de los padres probablemente administraría otra dosis para evitar que la fiebre reapareciera.

“A menudo los padres se preocupan porque su hijo tiene fiebre y quieren hacer todo lo posible para reducir su temperatura. Sin embargo, puede que no sean conscientes de que, en general, la razón principal para tratar la fiebre es simplemente mantener a su hijo cómodo”, ha apuntado la codirectora de Mott Poll y pediatra de Mott, la doctora Susan Woolford.

 

¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño?

 

El informe se basa en 1.376 respuestas de madres y padres de menores de 12 años encuestados entre agosto y septiembre de 2022.

“Algunos padres se apresuran a medicar a sus hijos, pero a menudo es mejor dejar que la fiebre siga su curso. Bajar la temperatura de un niño no suele ayudar a curar su enfermedad más rápidamente. De hecho, una fiebre baja ayuda a combatir la infección. También existe el riesgo de administrar demasiada medicación cuando no es necesaria, lo que puede tener efectos secundarios”, explica la experta.

Dos tercios de los padres prefieren probar otros métodos antes de utilizar antifebriles

Dos tercios de los padres prefieren probar métodos como un paño frío antes de utilizar medicamentos antifebriles. La mayoría de los padres también afirman que siempre o normalmente anotan la hora de cada dosis y vuelven a tomar la temperatura de su hijo/a antes de darle otra dosis.

Una cuarta parte de los padres daría a su hijo más medicamento para evitar que vuelva a tener fiebre, aunque esto no le ayude a mejorar –afirma Woolford– Si un niño está bien por lo demás, los padres pueden considerar vigilarlo y utilizar intervenciones alternativas para ayudar a mantenerlo cómodo”.

Sin embargo, esto depende mucho de la edad del pequeño. La experta incide en que si un recién nacido o un bebé de menos de 3 meses tiene fiebre, se debe acudir inmediatamente a un profesional sanitario.

 

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Además, 2 de cada 3 progenitores encuestados manifiestan estar muy seguros de saber si su hijo/a necesita medicación para bajar la fiebre, pero en la práctica poco más de la mitad de los padres están seguros de entender cómo pueden cambiar las lecturas de la temperatura según el método utilizado.

El método utilizado para tomar la temperatura afecta a la exactitud de la medición

El método utilizado para tomar la temperatura de los niños es importante, ya que puede afectar a la exactitud de la medición, señala Woolford. Las familias encuestadas suelen tomar la temperatura a sus hijos/as mediante la exploración de la frente o la boca, mientras que menos de una sexta parte utiliza los métodos del oído, la axila o el recto.

Los termómetros a distancia en la frente o dentro del conducto auditivo pueden ser precisos si se utilizan correctamente. Pero las lecturas en la frente pueden ser inexactas si el escáner se mantiene demasiado lejos o si la frente del niño está sudorosa, explica la doctora. Por otra parte, los termómetros de oído no se recomiendan para los recién nacidos y además en este caso, el cerumen también puede interferir en la lectura.

“Los termómetros que miden la temperatura en la oreja, en la frente o a distancia no se correlacionan bien con la verdadera temperatura del cuerpo. Nos pueden servir para hacer un seguimiento, porque son más rápidos y mejor aceptados, pero sabiendo que tienen limitaciones en cuanto a la exactitud de los datos”, nos explica la pediatra de Criar con Sentido Común, Gloria Colli.

 

¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño?

 

La temperatura rectal es la más precisa

En el caso de los lactantes y los niños pequeños, la temperatura rectal es la más precisa. Cuando los niños son capaces de mantener el termómetro en la boca cerrada, la temperatura oral también es precisa, mientras que la medición axilar es el método menos exacto. “Los termómetros de contacto utilizan sensores térmicos electrónicos para registrar la temperatura corporal, pero ésta puede fluctuar en función de cómo se mida”, señala Woolford.

“Independientemente del dispositivo utilizado, es importante que los padres revisen las instrucciones para asegurarse de que el método es adecuado para la edad del niño y de que el dispositivo se coloca correctamente al medir la temperatura”.

Por otra parte, 3 de cada 4 padres toman la temperatura a sus hijos en cuanto notan un posible problema, mientras que algo menos de una cuarta parte espera a ver si el problema continúa o empeora antes de tomar la temperatura.

 

 

La fiebre puede ayudar a combatir infecciones

Según Woolford, la fiebre puede ser beneficiosa, y hay varias razones para dejar que siga su curso en los niños mayores, sobre todo porque actúa como un arma para matar el virus o la bacteria que causa la enfermedad. Las pruebas demuestran que la fiebre forma parte de la respuesta inmunitaria para impedir que los virus y las bacterias se reproduzcan y también para producir más glóbulos blancos y anticuerpos.

Por otro lado, la especialista advierte de que los medicamentos que reducen la fiebre también enmascaran los síntomas.

“Los medicamentos utilizados para bajar la temperatura también tratan el dolor, pero el dolor suele ser un signo que ayuda a localizar el origen de una infección –reitera– Al enmascarar el dolor, los medicamentos antifebriles pueden retrasar el diagnóstico y retrasar la recepción del tratamiento en caso necesario”.

La experta también añade que los progenitores también pueden caer en la tentación de sacar a los niños a la calle cuando parecen notablemente mejor tras la medicación, cuando en realidad siguen siendo muy contagiosos y pueden infectar a otras personas.

 

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Cuidado con medicar en exceso

Si se recurre a los medicamentos, incide Woolford, hay que tener cuidado de no medicar en exceso. En caso de fiebre con malestar, lo mejor es comunicarse con el pediatra para que el especialista ayude a determinar las mejores recomendaciones sobre el tratamiento. Para ello, explica la doctora, es útil que los padres compartan la cronología de la fiebre del niño, las dosis de medicación antifebril, otros síntomas y cómo se comporta el niño en comparación con su comportamiento “habitual”.

Asimismo, los progenitores pueden plantearse intervenciones alternativas para aliviar el malestar y ayudar a que el peque tenga un sueño más reparador en lugar de tomar medicamentos. Por ejemplo, mantener la habitación fresca y no dejar que se esfuerce demasiado, así como asegurarse de que el niño lleva ropa ligera y ayudarle a mantenerse bien hidratado con líquidos o polos.

Fiebre en los niños: Cuándo preocuparse

¿Qué hacer cuando un niño tiene fiebre de 38? ¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño? ¿Cuándo hay que ir a urgencias por fiebre? En determinados casos, por ejemplo cuando se trata de bebés, la fiebre es muy alta o se mantiene en el tiempo o se acompaña de otros síntomas; es preciso acudir al médico cuanto antes.

“La fiebre aparece en muchas enfermedades, aunque en los niños generalmente es la respuesta del organismo a una infección. Puede ser una infección vírica de las habituales en los niños, que no precisan tratamiento y se van solas en unos pocos días, o una infección bacteriana de gravedad variable pero que puede precisar tratamiento con antibióticos, señala nuestra pediatra, Gloria Colli.

Bebés menores de 3 meses: Recomendaciones especiales

Woolford señala que es preciso prestar especial atención a las señales en los lactantes y recién nacidos de 3 meses o menos, ya que cualquier signo de fiebre en estos casos debe conllevar una llamada al médico.

“No es lo mismo la fiebre en un bebé o en un niño de 2 años. O una fiebre sin causa aparente, una fiebre sin síntomas, que una fiebre que se acompaña de tos, vómitos o dolor de cabeza. Un bebé de menos de 3 meses tiene que ser valorado siempre por un médico si tiene fiebre. No podemos esperar a ver si desarrolla algún síntoma o si le baja la fiebre con el antitérmico, explica Gloria Colli.

 

¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño?

 

Asimismo, en el caso de bebés de 4 a 12 meses, los padres deben consultar al médico si la fiebre va acompañada de otros síntomas como disminución de la actividad, aumento de la inquietud o disminución de la diuresis. Los padres también deben llamar si el niño presenta signos de dolor o si no se comporta bien aunque le baje la temperatura.

“Si el niño solo quiere dormir, no tiene interés por comer ni jugar y se encuentra irritable y molesto; en estos casos estaría indicado ayudar a bajar la temperatura para que se encuentre mejor. Si la fiebre no parece afectarle y está comiendo bien, jugando y corriendo como si nada pasara, no es realmente necesario tratarla, ya que estaría ayudando a combatir la infección, señala Colli.

Según nuestra especialista, las defensas de los más pequeños no están aún bien desarrolladas y una infección bacteriana puede evolucionar rápidamente y complicarse sin dar muchos síntomas.

“Un bebé más mayorcito, hasta los 2 ó 3 años, puede presentar fiebre sin ningún otro síntoma. En estos casos podemos esperar un poco antes de consultar si lo vemos bien y la fiebre no supera los 39ºC.”, incide Colli.

Fiebres altas o prolongadas en el tiempo

Las fiebres que alcanzan los 40 grados o las que se mantienen durante un periodo prolongado (más de 24 horas en niños menores de 2 años, o más de 3 días en niños a partir de 2 años) también obligan a ponerse en contacto con el pediatra. En la Tribu CSC puedes consultar online a la pediatra Gloria Colli.

 

¿Cuándo hay que preocuparse por la fiebre de un niño?

 

La fiebre en los niños trae de cabeza a muchos padres y madres durante los primeros años de vida. Pero su manejo es más fácil de lo que parece”, señala nuestra especialista, que además explica la importancia de saber lo que es y lo que no es considerado “tener fiebre”: Se considera fiebre una elevación de la temperatura corporal por encima de 38ºC rectal o 37,5ºC axilar“.

En cualquier caso, no debemos alarmarnos ni olvidar que la fiebre es un mecanismo de defensa del organismo, ya que los gérmenes se reproducen más fácilmente a la temperatura normal del cuerpo y cuando la temperatura se eleva por la fiebre, los virus o las bacterias tienen menos facilidad para reproducirse y enfermarnos.

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