¿Por qué los niños pequeños no tienen empatía?

La empatía es una habilidad clave para la integración y la interacción social y está relacionada con la gestión emocional

Artículo publicado el 31 Ene 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 4 noviembre, 2023

Aunque a veces los niños pequeños parecen sumamente egoístas (de hecho, la fase egocéntrica es típica de la infancia), lo cierto es que la empatía es una capacidad innata en todos los mamíferos para la que estamos predispuestos genéticamente, pero que requiere aprendizaje.

Precisa, entre otras cosas, práctica en las relaciones interpersonales y las situaciones sociales, cierto desarrollo cerebral y una óptima gestión emocional. Por eso, es necesario ayudar a nuestros peques a desarrollar la empatía con juegos, conversaciones sencillas y dándoles ejemplo.

La empatía, ¿cualidad innata o habilidad adquirida?

Ambas cosas. La empatía es una cualidad innata en todos los mamíferos. No obstante, se desarrolla con el tiempo a la par que otras habilidades sociales que nos permiten la interacción personal, básica para nuestra supervivencia como especie. Así que aunque la empatía es una capacidad común a todos los seres humanos, también requiere aprendizaje.

 

 

En la actualidad, podemos entender por qué los niños pequeños no son capaces de mostrar empatía (por lo general). Hay 2 razones de peso, ambas relacionadas con su estadio madurativo:

  1. Hasta los 3 o 4 años, los peques se encuentran en una fase “egocéntrica”. Esta no les permite atender nada más que sus necesidades para poder sobrevivir. En esta etapa lo viven todo de forma muy intensa, creyéndose la causa y el motivo de todo cuanto sucede a su alrededor. Es por esto que sufren de forma profunda al sentirse responsables de cualquier hecho negativo que sucede durante su infancia.
  2. El cerebro no se ha desarrollado lo suficiente como para poder centrarse en las necesidades y emociones de los demás. Es, concretamente, en el giro supramarginal del cerebro donde los científicos localizan la predisposición genética que nos permite desarrollar la capacidad de empatía.

Por tanto, hasta que el niño o la niña no se haya desarrollado cognitivamente lo suficiente, y no haya practicado sus habilidades sociales y de interacción personal, no podemos exigirle que sea empático. Aunque sí podemos, y debemos, trabajar con ellos desde que son muy pequeños.

 

 

Cómo enseñar empatía a los niños

Ser empático consiste en ponernos en el lugar de otro y escuchar de forma activa, comprender, validar emociones, apoyar y acompañar de forma consciente. No consiste en dar consejos. No es decir lo que hay que hacer. En lugar de decirles “deberías” o “tienes que…”; intentamos decir “te entiendo” o “sé lo que estás sintiendo”. Esto es validar las emociones primero, para poder trabajar con ellas después.

No podemos enfadarnos con los niños porque estén tristes o contrariados. Tampoco restar importancia a sus emociones porque creamos que no están fundamentadas. Nadie puede deslegitimar lo que siente otro ser humano. El primer paso para enseñar empatía a los niños y niñas es mostrarnos empáticos con ellos.

 

 

Otro factor importante es la sociabilidad. Nadie aprende empatía a través de un manual. Esta se desarrolla en contacto con los demás. Así que cuanto más se relacionen nuestros hijos e hijas con su entorno, con otros niños y niñas y, en general, con otras personas; más rápidamente aprenderán a ser empáticos.

Un punto clave es tener en cuenta que los niños aprenden jugando. En la actualidad existen muchos y fantásticos juegos para trabajar las emociones con los peques. También podemos jugar con ellos a adivinar cómo se sienten los demás y qué estados emocionales están experimentando a través de la mímica facial o juegos con rostros de diversas expresiones. ¡Es como jugar a ser detectives de las emociones!

 

Escuela infantil

 

La empatía es una habilidad que los niños deben aprender a manejar dejando de lado el fuerte ego que está tan presente en la infancia y en su desarrollo. No es fácil, pero es necesario para ellos y para que puedan crecer en armonía con su entorno.

Pero la empatía saludable requiere un punto medio. Es importante que entiendan que ni la ausencia de empatía ni la identificación total con las emociones, es saludable. Si nos identificásemos al 100% con las emociones de los demás, nos desbordaría todo lo que sentiríamos. Solo simpatizando (pero manteniendo cierta distancia) podemos ser útiles para entenderles y ayudarles desde la serenidad.

Identificar emociones, poner nombre a los sentimientos

¿Cómo conseguir que los niños, y más tarde los adolescentes, puedan salir de su tan arraigado ego? Para desarrollar empatía, es necesario que las niñas y niños entiendan desde pequeños que todas las personas tienen sentimientos y emociones.

Pero primero deben reconocer las emociones propias. Para ello, resulta muy útil poner nombre a los sentimientos tan a menudo como se pueda. Identificar las emociones es el primer paso para reconocerlas y poder gestionarlas.

 

 

Una vez que los peques comienzan a saber qué es estar enfadado, triste, contento, asustado, nervioso… Pueden hablar sobre su estado emocional e identificar las causas que lo producen. Existe una tendencia muy generalizada a tratar de evitar a toda costa que los niños sufran, se aburran o lloren con frases como “no llores más” o “no te enfades por esa tontería”. Y, sin darnos cuenta, lo que estamos haciendo es prohibirles experimentar y expresar sus sentimientos.

En lugar de ello, podemos reforzarles en positivo diciéndoles cosas como estas: “Fue muy amable que hayas hablado con ese niño que estaba triste por estar solo” o quizá, y para que busque soluciones: “Tu hermano se siente triste porque le has quitado su juguete, ¿qué puedes hacer para que se sienta mejor?”. Normalmente, los niños al ver que nos damos cuenta de su comportamiento, se sienten reconocidos e inciden en aquellos comportamientos que saben que recibirán más reconocimiento.

 

 

Todas las emociones, tanto las positivas como las negativas, cumplen su función y es necesario validarlas. Todas nos ayudan a expresar lo que sentimos, a desahogarnos y a expresarnos como seres humanos. Para aprender, crecer y evolucionar; tanto vale una lágrima, como una risa.

De esta manera, explorando y comprendiendo las propias emociones, pueden entender las de los demás. Solo así aprenderán a comportarse de forma que no tengan que hacer daño a otras personas (ni a ellos mismos). Igual de necesario es dejarles sentir la emoción, como prestarles acompañamiento sin limitar ni coartar su proceso.

 

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Por desgracia, desde la era industrial y debido al paradigma económico, caminamos hacia sociedades cada vez más individualistas y desapegadas. Sin embargo, los seres humanos estamos predispuestos a entender a los demás y a ayudarlos. Enseñemos a nuestros hijos a ejecutar esta cualidad enseñándoles a desarrollar la empatía. Es beneficioso para ellos y para la sociedad de hoy y del mañana.

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la terapeuta ocupacional pediátrica experta en desarrollo infantil Jessica Romero y la docente, psicóloga y logopeda infantil Elena Mesonero.

 

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1 comentarios en "¿Por qué los niños pequeños no tienen empatía?"

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