¿Por qué desobedecen los niños?

Las causas por las que los niños no tienen nada que ver con el reto a la autoridad

Artículo publicado el 10 Jun 2019 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 5 mayo, 2022

Todos niños pequeños desobedecen. Y a veces esto puede resultar frustrante. ¿Por qué lo hacen? Por curiosidad, instinto, naturaleza, falta de memoria o madurez, porque no nos entienden… Las causas por las que los niños desobedecen a menudo poco tienen que ver con nuestra capacidad para educarles o su grado de disciplina, aunque nos cueste interiorizarlo.

Tradicionalmente, se asocia un niño desobediente a la falta de autoridad. Los adultos solemos considerar la desobediencia infantil una actitud imperdonable. Cuando un niño nos desobedece, generalmente interpretamos que nos está “retando” y no debemos consentirlo.

Sin embargo, a los niños no les gusta desobedecer de forma consciente. En realidad, todos los niños pequeños buscan la aprobación de sus padres, aunque nosotros solemos considerar demasiado a menudo que  “desafían” nuestra “autoridad” cuando no nos hacen caso. 

Entonces, ¿por qué desobedecen los niños?

¿Por qué desobedecen los niños?

Lo primero que debemos entender es que la desobediencia es a menudo una señal de inteligencia. El ser humano tiene la capacidad de replantearse la realidad de acuerdo a sus propias necesidades, reflexionar y sacar conclusiones por sí mismo.

 

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Tener un espíritu crítico y enfrentarte a la vida asumiendo que no existen las verdades absolutas, sino esperando aprender en base a la experiencia personal y el propio criterio, es el motor del progreso.

Experimentar y aprender

La primera infancia es época de experimentación y descubrimiento. A esa edad, los niños son grandes exploradores. El método ensayo-error les permite averiguar por sí mismos cómo funciona el mundo que les rodea. Por eso, a menudo necesitan comprobar si aquello que les decimos es o no cierto.

Si le decimos a un niño que no tire algo al suelo porque se romperá, lo más probable es que lo que haga justo a continuación sea precisamente tirarlo al suelo. No porque no nos crean, sino todo lo contrario: lo que buscan es comprobarlo.

 

¿Por qué desobedecen los niños?

 

La ausencia de malicia en su comportamiento lo demuestra el hecho de que a menudo los niños pequeños nos llevan la contraria justo delante de nuestras narices. Si de verdad quisieran desobedecer, esperarían a que nadie les estuviese mirando. De esta forma sus actos no tendrían consecuencias. La falta de premeditación indica que lo que quieren es comprobar por sí mismos cómo funcionan las cosas.

Por impulso

Un niño es un niño. Da igual la de veces que les digamos que no deben cruzar la calle. Ellos no tienen aún experiencia práctica sobre el mundo que les rodea, así que aunque les digamos que los coches atropellan y eso hace daño, puede que sean incapaces de imaginárselo. Es decir: no logran comprender el alcance de nuestras palabras.

Si un niño pierde la pelota con la que está jugando, cruzará la calle. Y esto es así porque su impulso primario le lleva a seguir el movimiento y la dirección del objeto de su deseo, aquel que le mantiene inmerso y entretenido.

Los niños suelen centrarse mucho en las actividades que les mantienen ocupados y se abstraen de todo lo demás. En estas situaciones no es que no quieran obedecer, es que no pueden. Sencillamente.

 

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Porque no se acuerdan

El cerebro humano nunca vuelve a aprender tanto en tan poco tiempo como durante la primera infancia. Entre los 0 y los 6 años los niños lo aprenden absolutamente todo acerca del mundo que les rodea. Hay muchas normas y reglas, hábitos y rutinas que tienen que interiorizar, practicar y memorizar.

Interiorizar y recordar todas las reglas al mismo tiempo es muy difícil. Imagina que llegaras por primera vez a un trabajo que nunca has desempeñado y esperaran de ti que absorbieras toda la información de golpe y rindieras como si llevaras años en ese puesto. ¡Sería imposible!

Los adultos exigimos a los niños demasiado. Tenemos que ser más conscientes de que los niños tienen que madurar a su ritmo y precisan de la repetición constante y los hábitos para ir asimilando normas y conceptos. Llegan al mundo sin tener experiencia previa de absolutamente nada, y su memoria y capacidad comprensiva están aún por desarrollar.

Por instinto natural

El instinto y la naturaleza de un niño es el motor de todo su desarrollo. Gracias a ellos y a las experiencias de vida que van acumulando, los peques pueden aprender y forjar su carácter y su personalidad. A veces, los críos desobedecen porque su instinto natural les dicta una necesidad.

A veces sucede que incluso llevan razón, ya que la naturaleza les dicta necesidades que hace tiempo nosotros hemos olvidado. Por ejemplo: los niños encuentran placer en andar descalzos. Siempre que pueden se quitan los zapatos (e incluso los pierden), para gran preocupación de los adultos.

 

 

Para ellos andar descalzos por cualquier superficie es fuente de gozo. Y los adultos, en cambio, siempre andamos detrás impidiéndoselo porque tememos que se claven algo, se hagan daño, se golpeen los deditos o incluso de resfríen (sobre lo absurdo de este último temor, que carece de base científica, ya hablamos en un post anterior), cuando en realidad lo mejor para su desarrollo es, precisamente, andar descalzos, y cuando vayan calzados, que sea con zapatos poco intrusivos que sigan ofreciéndoles libertad e información.

Lo que sucede es que a menudo los adultos reproducimos inconscientemente patrones de conducta porque nos los han inculcado o que en nuestro alrededor están normalizados (o ambas cosas) sin plantearnos “los porqués”, ¡que es justo lo que los niños sí hacen!

Para llamar la atención

Por desgracia y debido a nuestro ritmo de vida, esta es una causa común y la más triste de todas por cuanto no tiene nada de natural. Ya hemos dicho anteriormente que todos los niños, por lo general, desean encajar y agradar. Un niño no “desafía” ni entra en lucha de poder con un adulto si está feliz. Cuando una niña utiliza la desobediencia como reclamo, está pidiendo a gritos que le prestemos atención.

Es entonces cuando debemos considerar cuántas horas al día pasamos en compañía de nuestros hijos e hijas, cuántas de ellas les prestamos atención plena y si les dedicamos tiempo de calidad. Nuestro propio análisis de conciencia nos dará la respuesta, y es que a menudo los niños prefieren que nos enfademos con ellos antes de que les ignoremos.

Todo el tiempo que pasamos junto a nuestros/as hijos/as es importante. Importa todo: la cantidad y la calidad. Pero evidentemente, no es lo mismo acompañar a una niña al parque y dejarla en el área de juego mientras nosotros consultamos nuestro teléfono móvil, que ser partícipes de su juego y acompañarla en la actividad.

Si sientes que debido a la acumulación de tareas pendientes a menudo actúas en modo piloto automático, consulta este post sobre mindfulness aplicado a la maternidad. ¡Te va a ayudar muchísimo!

Como podéis comprobar, ninguna de las razones anteriormente expuestas tiene que ver con la lucha de poder, el reto o el desafío, como solemos considerar los adultos. A los niños no les causa placer desobedecer.

Por supuesto, tampoco se les debe dejar a su libre albedrío. Debemos corregir todas aquellas conductas inadecuadas que desestabilizan la convivencia familiar o cuyas consecuencias pueden ser peligrosas para su bienestar físico o emocional, o el de otros. Pero conocer las causas reales de su desobediencia nos permite escoger la mejor forma de redirigirlas sin caer en absurdas luchas de poder, y sin esperar una obediencia ciega.

 

Es un error asociar el respeto con la ausencia de límites. El Curso online “Límites con respeto” nos enseña a establecer límites necesarios para vivir en un clima de respeto y armonía.

 

Demasiado a menudo sucede que castigamos a los niños por ser niños (por no “saberse comportarse” en una tienda en la que se supone que tendrían que tener la madurez necesaria para ir en contra de su propia naturaleza y estarse quietos durante una hora, por ejemplo), y les recriminamos el que estén haciendo, simplemente, lo que hacen por el mero hecho de ser pequeños.

Si nos olvidamos de los convencionalismos sociales y atendemos exclusivamente al bienestar de nuestros hijos es fácil darse cuenta de que educar en una sana desobediencia les convertirá en adultos más capaces y seguros de sí mismos. Si necesitas información o asesoramiento sobre este o cualquier otro tema relacionado con la crianza y la educación respetuosa de tus peques, puedes consultar a nuestro equipo de profesionales en la Tribu CSC.

 

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2 comentarios en "¿Por qué desobedecen los niños?"

  1. Me encantó. Gracias al blog tengo otra visión del comportamiento de mi bebé.

  2. Muchas gracias por la información, ¡muy interesante!

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