Las escuelas suecas dan marcha atrás: Sacan las pantallas de las aulas y vuelven a los libros de texto. ¿Y en España, funciona la educación digital?

Suecia paraliza su plan de digitalización de las escuelas y advierte del riesgo de crear "analfabetos funcionales"

En Suecia los niños pequeños están expuestos a las pantallas desde la escuela infantil. Ahora el país, el 9º del informe PIRLS (Estudio Internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora), alerta del riesgo de crear una generación de “analfabetos funcionales”.

Suecia, uno de los países con mejor comprensión lectora del mundo, debía acelerar su plan de digitalización de las aulas este 2023, pero en lugar de ello ha echado el freno: el pasado 15 de mayo, la ministra de Educación, Lotta Edholm, anunció que dejaba en suspenso la estrategia de digitalización de las aulas que el pasado diciembre había aprobado la Agencia Nacional de Educación. Según Edholm, los libros tienen “ventajas que ninguna tablet puede sustituir”.

La ministra ya había expresado sus dudas en un artículo publicado en el diario ‘Expressen’ el 21 de diciembre, recuerda ‘Le Monde’. En la nota, describía el uso de esta tecnología en las escuela como un “experimento” y expresaba preocupación por la “actitud acrítica que considera despreocupadamente la digitalización como algo bueno, independientemente de su contenido”, lo que lleva a “dejar de lado” los libros de texto, sin considerar las ventajas de estos últimos sobre las nuevas tecnologías.

La ministra solicitó informes a más de 60 expertos sobre la digitalización de las aulas, entre ellos el Instituto Karolinska, uno de los principales centros educativos universitarios del mundo y referente en el campo de neurociencia. Todas las organizaciones consultadas llegaron a la misma conclusión: “Toda la investigación del cerebro en niños muestra que no se benefician de la enseñanza basada en pantallas”.

El Gobierno destinará 150 millones de euros a reintroducir los libros de texto en las aulas

Edholm culpa a las pantallas del descenso del nivel de comprensión lectora entre los niños y niñas suecos registrado en el informe PIRLS, y eso a pesar de que Suecia, con sus 544 puntos, está por encima de la media europea, situada en 528 puntos. España ha obtenido una puntuación de 522 puntos en el informe de comprensión lectora, y en Catalunya esta cifra baja hasta 507.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

“Crisis de lectura” en las escuelas

La ministra, preocupada por el descenso (en el informe PIRLS de 2016 Suecia tenía 555 puntos), ha alertado del riesgo de crear una “generación de analfabetos funcionales” y ha defendido la necesidad de tomar medidas para aumentar los niveles de comprensión lectora, según recogen estos días los medios suecos.

“El informe PIRLS es una señal de que tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. En el futuro, el Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en la escuela“, ha incidido.

Un libro por asignatura para cada alumno: Ese es el objetivo

En los últimos 15 años, los ordenadores han sustituido a los libros de texto en las escuelas suecas. El Gobierno ha decidido ahora impulsar un programa para reintroducir los libros. Así, destinará 60 millones de euros este 2023 y 45 millones en 2024 y 2025 para recuperar los libros, y que cada niño reciba un libro por materia.

“Esto forma parte del plan para recuperar la lectura en las escuelas, a expensas del tiempo pasado ante las pantallas“, ha explicado la ministra, que está convencida de que eliminar las pantallas en las aulas será positivo para los estudiantes.

 

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La visión de los docentes: Una medida radical que genera debate

¿Tienen las pantallas la culpa de que los niños y niñas cada vez lean y escriban menos? Según explica a ‘RFI’ Pär Thunvnik, director de una escuela infantil en Estocolmo, la capital sueca, con las tablets los docentes “enseñamos a los niños la programación y el hecho de que es el ser humano quien controla al robot”.

Suecia no tiene datos del tiempo que pasan los estudiantes ante las pantallas en la escuela y, lo cierto, es que no hay límites ni recomendaciones sobre el uso de las pantallas. En la escuela, los docentes aseguran que dentro del aula la pantalla es una herramienta como otra cualquiera.

“Sabemos qué hacer con las pantallas, pero los padres están preocupados porque piensan que las usamos como en casa: para ver películas, vídeos de YouTube… Eso es consumo pasivo, pero aquí queremos que produzcan cosas con ellas“, defiende Thunvnik.

En realidad, el uso de las pantallas varía enormemente de una escuela a otra, ya que depende exclusivamente del criterio de cada centro y el deseo del profesorado, por eso es sumamente difícil evaluar realmente su impacto. “Podemos ver que los niños aprenden peor con los medios digitales. Pero depende mucho de los profesores y de los contenidos”, argumenta para ‘RFI’ Annette Sundqvist, investigadora en neurociencia pediátrica.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

Si quieres más información o necesitas asesoramiento profesional sobre el uso responsable de pantallas o el aprendizaje de la lectoescritura, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil y crianza respetuosa. Entre ellos/as se encuentra la docente, psicóloga y logopeda infantil Elena Mesonero.

¿Tomará España medidas similares a la decisión de Suecia en las aulas?

El resultado de España en el informe Pirls fue peor que el de Suecia. Nuestros estudiantes obtuvieron 521 puntos, 7 menos que en 2016, lo que sitúa a España por debajo de la media del conjunto de los países de la OCDE en comprensión lectora, a 7 puntos del promedio de la Unión Europea, y muy lejos de los primeros puestos.

Existe un gran debate sobre si es conveniente o no la digitalización de las aulas y cada vez son más los colegios e institutos españoles que optan por abandonar las tablets y recuperar los libros de texto.

Un ejemplo es el madrileño Instituto Pintor Antonio López de Tres Cantos, un referente en premios y estudiantes excelentes, cuyos innovadores proyectos han abarcado desde aplicaciones de matemáticas accesibles hasta aparatos de ayuda para personas sordas o invidentes. En este centro hicieron una arriesgada apuesta hace tres años: decir adiós a los libros de texto, pero recientemente el centro envió una circular a los padres en la que se les anunciaba el fin de este enfoque. Todos los alumnos vuelven el curso que viene a los libros de papel y se destierran las tablets. El instituto ha analizado año tras año los resultados en todas las materias y niveles y ha llegado a la conclusión de que “los problemas ocasionados por el formato digital han superado sus ventajas”.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

Al margen de la brecha digital que puede existir en muchas familias, el debate sobre las tablets ha sido dominante durante este tiempo en las reuniones de padres de este instituto, según explica un progenitor al diario ‘Nius’. Y es que en tanto algunos opinaban que era necesario adaptarse a usar las tecnologías, otros aseguraban que a sus hijos “les costaba más aprender”. Si bien reconocen que las tablets eran más cómodas para los alumnos “porque no tenían que cargar con el peso de los libros”.

¿Es una buena decisión tener aulas sin pantallas en el S.XXI?

Héctor Gardó, doctor en Ciencias de la Educación y director de Equidad Digital en la Fundación Bofill, una institución creada para dinamizar el debate educativo e impulsar propuestas de cambio que generen oportunidades educativas, lamenta en ‘Nius’ las decisiones radicales como las de Suecia en el ámbito educativo.

Qué lástima que en la educación estemos dando estos bandazos y que pasemos de todo a nada. De amar a odiar la tecnología. No podemos apostar primero por la digitalización en todas las escuelas, por poner pizarras digitales, por comprar tablets y ordenadores para todos los alumnos, y de golpe decir, qué miedo, que Suecia está dando marcha atrás. Volvamos a los libros y a los exámenes en papel”, manifiesta.

Según el experto en educación digital, nos encontramos en una “tensión de extremos nociva” para la comunidad educativa, los docentes, las familias “y sobre todo los chavales”. Asimismo, se lamenta de que “no está habiendo un debate rico y pausado sobre el rol que ha de tener la tecnología, como debería ser”.

“Lo que nosotros consideramos es que el equilibrio, el sano equilibrio del uso de la tecnología, no es solo lo más deseable, sino que seguramente es a donde inevitablemente iremos. Ni vamos a conseguir escuelas sin tecnología ni vamos a tener escuelas donde solo haya tecnología. No puede ser o blanco o negro. El reto es ir construyendo ese gris”, destaca.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

Para el investigador no es posible concebir aulas sin pantallas en la actualidad porque estas ya están en nuestras vidas. En cambio, subraya la necesidad de poner el foco en cuántas horas se debe pasar delante de ellas, a qué edad y con qué objetivo. No es lo mismo usar una tablet para jugar videojuegos o navegar por Youtube que para aprender robótica y/o programación.

Gardó no ve positivo eliminar las pantallas en las aulas, ya que defiende que los ordenadores en el aula son imprescindibles, pero no para todo ni durante toda la jornada. “Hay que hacer deporte, música, arte, ciencia, debate… Las pantallas deben ser solo un recurso más para actividades concretas”, explica el experto, que lamenta las posturas radicales y defiende la necesidad de que todos los alumnos “tengan una exposición crítica, acompañada y rigurosa a la tecnología”.

“En tecnología todos tienen el derecho de ser expuestos a ella, a perderle el miedo, a valorar si quieren que su futuro esté relacionado con la tecnología de alguna manera, a saber cuáles son los riesgos de la tecnología. Y eso es un derecho educativo que cuando se dan estos discursos de polarización creo que queda desdibujado”, recalca para ‘Nius’.

Según Gardó, la tecnología tiene riesgos cuando se usa mal o se abusa de ella, pero enfatiza que la pregunta no es tanto si la tecnología es buena o mala, porque en sí misma no es ni una cosa ni la otra, sino qué buenos usos y qué malos usos podemos hacer con ella.

La desdigitalización de las aulas conlleva tantos riesgos como el uso indiscriminado de la tecnología

El investigador en equidad digital advierte del peligro de la desdigitalización, ya que si se opta por decir adiós a las pantallas en las aulas y por la destecnologización de las escuelas, sobre todo en los entornos vulnerables, es difícil evaluar “cómo esos chavales van a aprender a utilizar las tecnologías en un mundo que sí o sí, más allá de la escuela, será tecnológico”.

Gardó alega que si España se contagia de la reacción de Suecia y prescindimos de la tecnología en las escuelas, podemos acabar teniendo también una sociedad de analfabetos digitales, lo cual conlleva igualmente muchos riesgos y desigualdades. “Habrá personas que sabrán utilizar la tecnología para crear de forma crítica y habrá personas que solo utilizarán la tecnología para consumir y que no la podrán cuestionar porque no la conocen”, alerta.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

Para el experto es responsabilidad de las escuelas fomentar una buena alfabetización tecnológica y digital de los estudiantes, lo cual también es enseñarles qué lugares visitar en la red o qué fuentes elegir. El reto para Gardó está en conseguir que las escuelas promuevan “una alfabetización digital, rica, pedagógica, crítica, robusta” que también “nos enseñe a desconectar” y “con la que aprendamos también temas de salud mental digital“.

Para conseguirla los docentes “tienen que reconfigurar su forma de enseñar” porque la pantalla “transforma tu rol, transforma tu posición en el aula”. La tecnología ha cambiado la forma de enseñar y los profesores “necesitan reflexionar y decidir qué tecnología quieren y para qué la quieren” y no hacer un uso “acrítico e instrumental” de la tecnología. Para ello, “no se les puede dejar solos” y se precisa una política educativa que oriente a los docentes sobre cómo hacer buen uso de las tecnologías. “Dar wifi, dar ordenadores, es necesario, pero no es suficiente”, alega el especialista, que defiende la necesidad de sacar “un provecho pedagógicamente rico” que no derive en un total rechazo por la ausencia de brújula.

¿Es la tecnología culpable de que los niños no lean?

Diversos estudios ponen de manifiesto que la lectura en pantallas no es tan eficaz como en papel. Se comprende y retiene menos, cansas antes y no fomenta tanta adhesión a la lectura como el libro impreso. “También hay más distracciones”, comenta Gardó. Pero en el caso de España, y en concreto de Cataluña (donde se han obtenido los peores resultados a nivel estatal en lectoescritura) “es ridículo culpar a las pantallas de los bajos niveles lectores cuando en Cataluña sólo el 58% de los centros públicos disponen de una biblioteca escolar, mientras que en el 2015 eran el 79%”.

En vez de culpar a la tecnología o las pantallas deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo para fomentar la lectura entre la infancia y juventud y especialmente en los entornos vulnerables, donde la familia no hace esa función de apoyo, donde si no lees en el cole no lees en ningún lado. Es muy fácil culpar a las pantallas. Es un discurso muy simplista, pero por el hecho de tener menos pantallas no se va a resolver el tema de la lectura. Hay que preguntarse por qué hay menos bibliotecas, qué colecciones de libros hay en las escuelas y en las casas, si son actuales o se han quedado anticuados, saber quién acompaña y dedica tiempo a leer con los chavales, o a fomentar su gusto por la lectura, o a preguntarles qué han leído… Es necesario un acompañamiento educativo y de referente familiar para incentivar la lectura, argumenta el experto en educación digital.

Para muchos expertos es absurdo culpabilizar a las nuevas tecnologías porque “lo importante no es la tecnología, sino lo que tus alumnos pueden hacer con ella”, tal y como resalta en su artículo Jordi Adell Segura, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universitat de València y profesor titular del Área de Didáctica y Organización Escolar en el Departamento de Educación de la Universitat Jaume I (UJI) en Castellón.

 

Suecia abandona las pantallas en las aulas y vuelve a los libros

 

Las herramientas están al servicio de nuestros fines y no deben imponernos su lógica o el fin para el que fueron diseñadas y comercializadas (seguramente para ganar dinero con ellas). Si su diseño es tan ‘estrecho’ que solo sirven a un modelo didáctico que no nos convence, mejor no las usemos”, señala el experto en tecnología educativa, que también es director el Centre d’Educació i Noves Tecnologies (CENT) dedicado a la mejora de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en la UJI mediante la integración de las nuevas tecnologías.

“Evidentemente los alumnos harán el uso que les propongamos. Pero pensemos en clave didáctica: si queremos mejorar los resultados del aprendizaje, las TIC no deben ser ‘nuestros juguetes’, sino los suyos. Dicho de otro modo, si las TIC están a nuestro servicio, para ‘presentar contenidos’, por ejemplo, no nos extrañemos que los resultados sean similares a los obtenidos con las herramientas anteriores de ‘presentar contenidos’. ¿Por qué? Sencillo, porque presentamos contenidos. En en fondo no hay ningún cambio sustancial en lo que hacemos y en lo que les hacemos hacer a los alumnos. La maestra Carme Barba resumió hace un tiempo esta idea en una frase: el problema ‘didáctico’ de los libros de texto es que no son el punto de partida, sino el de llegada. Y en demasiadas ocasiones resulta que, encima, la llegada no es un buen sitio”, manifiesta Adell.

Para el experto, lo importante no es la herramienta, sino el uso que se le puede dar “en función de qué procesos cognitivos pretendemos promover y qué objetivos y, sobre todo, criterios de evaluación del currículum queremos trabajar”. Para Adell, “todos estos pasos, del currículum a los artefactos y la organización de la tarea, es, sencillamente, la clave del uso didáctico de las TIC”.

 

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