Un reciente estudio de la Universidad Internacional de La Rioja en colaboración con la Universidad del País Vasco ha concluido que los niños y niñas con altas capacidades tienen 3 veces más probabilidades de sufrir…
Cada vez más adultos descubren que tienen altas capacidades. A pesar de que estas están asociadas a la infancia y ni siquiera hay datos oficiales sobre las altas capacidades en adultos. ¿Se transmiten de padres a hijos las altas capacidades? ¿Son hereditarias?
Padres e hijos y altas capacidades
Los niños de altas capacidades tienen características únicas que los diferencian del resto. Esto no significa que sus intereses y motivaciones sean siempre los mismos, ya que cada uno tiene su propia personalidad. Hay que tener en cuenta que a menudo se confunden las altas capacidades con “alto rendimiento” o con el nivel de inteligencia.
Sin embargo, muchas veces los peques con altas capacidades pasan desapercibidos en el aula porque sus áreas de interés o sus habilidades especiales no coinciden con las académicas, o se aburren en clase. Pero, ¿qué pasa en el caso de los adultos?
Las altas capacidades en adultos se manifiestan de forma diferente a los niños y niñas. Y si ya es difícil detectarlas en los más peques, más aún en los adultos. Sin embargo, cada vez más personas tienen sospecha de tenerlas. ¿Los motivos? Un mayor conocimiento sobre el tema (más allá de los niños superdotados como se les conocía antes); acceso a más información gracias a Internet; y tener un hijo o hija con altas capacidades, lo que les lleva a reconocer patrones similares en sí mismos.
¿Las altas capacidades son hereditarias?
Aunque es frecuente que las altas capacidades sean genéticas y hereditarias y que los progenitores lo descubran cuando diagnostican a los hijos, no está clara la relación entre estas y la genética.
Así, si en los años 70 se creía que el 80% de la inteligencia era heredada (y, por tanto, las altas capacidades también), en los últimos años diferentes estudios rebajan ese porcentaje hasta el 50%, dependiendo además de la herencia genética del entorno y la educación. Es decir, más allá de la genética, influyen otros factores para que se transmitan las altas capacidades de padres y/o madres a hijos.
Según los expertos, la inteligencia es un término complejo del que aún se desconocen muchos aspectos. Pero sí se sabe que la herencia genética juega un papel importante. De hecho, un estudio de la Universidad de Glasgow de 2016 demostró que los genes asociados a las funciones cognitivas se heredan principalmente de las madres. Así, sería el cromosoma X el que determinaría el potencial intelectual, al menos en gran parte.
Por su parte, un estudio publicado en la revista “Genetic Reference” ha demostrado que los entornos sociales nos moldean, poniendo las condiciones para que podamos alcanzar (o no) todo nuestro potencial cognitivo. En este caso, la herencia genética sería responsable del 40% de la inteligencia, siendo el medio ambiente el máximo responsable.
Para demostrarlo, el prestigioso psicólogo padre de la Psicología social moderna, Kurt Lewin, realizó un estudio con dos hermanos gemelos separados al nacer que fueron criados en ambientes diferentes. El que lo hizo en uno más desfavorable y con menos recursos vio mermado de forma notable el desarrollo de su inteligencia. Sin embargo, cuando este gemelo tuvo oportunidad de acceder a otro entorno más rico que facilitaba sus metas, sus capacidades mejoraron, con una motivación y objetivo acorde a sus intereses.
¿Qué significa? Que aunque la genética determina parte del porcentaje intelectual, otra parte importante y elevada depende del entorno y los recursos disponibles para desarrollar las potencialidades individuales.
¿Qué hago si me diagnostican altas capacidades de adulto?
Para algunos adultos, descubrir que tienen altas capacidades puede ser un dilema. Por un lado, quizás responda a muchas preguntas de su infancia y a la sensación de que entonces no se le prestó la atención necesaria. Sin embargo, también es probable que quieran ocultarlo por el miedo al rechazo o la creencia de que destacar intelectualmente (o en cualquier otro ámbito) puede provocar envidias.
Lo cierto es que no debe ser así y, de hecho, puede jugar a nuestro favor. Así, descubrir que tenemos altas capacidades siendo adultos nos puede ayudar a potenciar el desarrollo profesional y emocional, además de entendernos mejor a nosotros mismos, nuestras fortalezas y afrontar cualquier tipo de desafío.
Por ello, ante la mínima sospecha, es importante consultar y acudir a un centro especializado para que nos hagan una valoración y descubrir si, efectivamente, tenemos altas capacidades que no nos diagnosticaron siendo niños. ¿Qué nos puede hacer sospechar? Aunque las altas capacidades se pueden manifestar de forma diferente en cada persona y no hay unos rasgos comunes para todos, hay algunos indicios que podrían levantar la alarma:
- Intereses específicos a los que dedican mucho tiempo.
- Reflexiones sobre cuestiones existenciales y filosóficas.
- Alto grado de empatía y mucha sensibilidad.
- Hiperactividad mental.
- Curiosidad sin límites.
- Perfeccionismo.
- Creatividad.
Tener alguna de estas características, e incluso todas, no significa necesariamente tener altas capacidades. Pero si sospechamos de ello y además coincide con alguna de ellas, no está de más acudir a un profesional para que verifique si es así.
¿Quién transmite las altas capacidades? ¿Cómo se heredan las altas capacidades? Si crees que tienes altas capacidades o te planteas hacer algún cuestionario para padres sobre altas capacidades y no sabes cómo, en la Tribu CSC cuentas con un equipo de expertos/as que pueden ayudarte y a los que puedes consultar todas tus dudas. Entre ellos, se encuentra la psicóloga infantil y logopeda Elena Mesonero.
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