No me digas qué hacer con mi bebé – Situaciones y respuestas ingeniosas

La mayoría de mujeres se ven continuamente cuestionadas tras ser madres porque todo el mundo parece tener una opinión sobre la crianza del bebé

Artículo publicado el 1 Nov 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 30 septiembre, 2022

Que levante la mano la mamá a la que no le han cuestionado alguna vez sobre su forma de vivir su maternidad. “¿Todavía le das teta?”; “Déjalo llorar, que así se le desarrollan los pulmones”; “Está llorando, tiene hambre”; “¿Y para cuándo el hermanito?”… Y no son frases aisladas. Todo el mundo parece saber mejor que tú cómo hay que criar a tu hijo. ¿Estás harta? Pues para ayudarte te ofrecemos respuestas ingeniosas para preguntas o comentarios insolentes.

¿Por qué se necesitan esas respuestas ingeniosas?

Poner en cuestión la maternidad es algo muy habitual que, desde mi punto de vista, está muy relacionado con el hecho de ser mujer. A nosotras se nos pone en duda constantemente en otros ámbitos, como el laboral. No digo que a los hombres no les planteen opiniones sobre su forma de ejercer la paternidad. Pero a las madres se nos cuestiona de forma continua.

Y, aunque tengamos buena autoestima y un espíritu conciliador, hay veces en las que esas frases o situaciones inoportunas se merecen una respuesta adecuada. Al menos por nuestra paz mental y con la idea de poner límites sobre nuestra forma de vivir la maternidad que, insisto, es solo nuestra. Así que vamos a ver algunas de esas frases irritantes o situaciones desagradables y cómo soltar respuestas ingeniosas.

 

 

“El bebé está llorando porque tiene hambre” (o tiene sueño)

Si el bebé está llorando, le pasa algo. Eso ya lo sabemos. El llanto del bebé es una de las formas más directas que el peque tiene para comunicarse con su entorno. Pero siempre hay alguien que suelta esa frase. Así que podemos responder: “Pues es posible que llore por hambre, o por sueño, por frío o porque le incomodan las personas que se meten donde no deben”. También le puedes responder con ironía un “gracias, no me había dado cuenta” o “sí, gracias, pensaba dejarlo llorar para ver cuanto aguantaba”.

“Déjalo llorar, así se le ensanchan los pulmones”

Lo cierto es que no sé de dónde procede esta frase pero me parece muy cruel. ¿Acaso si vemos a una persona adulta llorando no nos interesamos en saber qué le pasa? ¿Y si es un familiar o alguien cercano? ¿No lo abrazaríamos y trataríamos de consolarlo? Entonces, ¿qué ocurre con un niño pequeño? ¿En qué momento hemos decidido que es positivo dejarlo llorar desconsolado?

 

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Para esta frase, Armando Bastida, CEO de Criar Con Sentido Común, tiene lo que llama un “zasca” muy bueno: “Claro. Por eso en la UCI le dicen a los que tienen coronavirus que lloren, cuanto más mejor”.

“No lo cojas tanto en brazos, se va a acostumbrar”

Otro clásico muy relacionado con eso de dejar llorar al bebé. Está demostrado que los brazos de los cuidadores principales son el mejor espacio donde puede estar un bebé. De hecho, nuestras antepasadas prehistóricas llevaban a los pequeños siempre encima y en algunas partes del mundo se sigue haciendo. Incluso la OMS pide que abracemos más a nuestros/as hijos/as.

La práctica del porteo, por otro lado, tiene muchos beneficios para el bebé y para quien portea. Pero, hete aquí, que en pleno siglo XXI nuestro entorno considera que es mejor dejar a un bebé en un carrito que cogerlo y atenderlo de inmediato.

 

Semana Internacional de la Crianza en Brazos: Porteo y Apego

 

Ante esa frase o esa situación, yo siempre decía: “Mejor que se acostumbre a tener a su madre cerca, que se sienta solo y abandonado desde bebé”. O, “claro que se acostumbra y yo también a tener algo tan tierno en mis brazos”.

Respuestas ingeniosas para el “vicio de la teta”

Dar el pecho sigue siendo punto de atención de toda persona ajena a la maternidad y todo el mundo tiene una opinión. Desde la típica frase “este niño se queda con hambre” al habitual (dirigiéndose al peque), “¡venga ya! que ya eres muy grande para tomar teta”. También está lo que se ha dado por llamar “el vicio de la teta”, como si la leche materna fuera una droga o algo perjudicial.

En estos casos podemos explicar educadamente que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otros organismos, recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los dos años y que no hay nada malo en dar el pecho a un niño si para este es importante.

 

No me digas qué hacer con mi bebé – Respuestas Ingeniosas

 

Pero también hay respuestas ingeniosas (y más bestias) como “cuando se destete el padre, lo hará el niño”. A quien te dice: “ya es muy mayor para la teta”, le puedes responder “y tú también eres muy mayor para dar su opinión sin que te la pidan, y mírate, ahí estás dándola” (puedes cambiar el tuteo por el usted en caso de que sea alguien que ni conoces).

Y si te dicen que usa la teta de chupete, le puedes responder que “usa la teta de teta porque no conoce qué es un chupete, ni falta que le hace”. Si quieres ser menos ruda, siempre puedes solicitar que no te den consejos que no has pedido.

“¿Y no le vas a dar el pecho?”

Lo de dar el pecho o el biberón también es un argumento muy habitual para los opinadores indiscretos. Hay afirmaciones crueles que ponen en duda que tengas leche o que sea suficiente y en otras ocasiones a las mamás de lactancia artificial les preguntarán que por qué no da el pecho. Pase lo que pase, siempre se nos cuestiona. Como si no supiéramos qué le conviene a nuestro bebé o pusiéramos nuestro interés por encima.

 

 

En el caso del biberón, si alguien te cuestiona puedes responder amablemente que es una decisión personal que ya está tomada. Y si insiste, puedes zanjar diciendo que es algo de lo que no vas a debatir con nadie que no seas tú misma. Y si aún así no suelta el hueso, un “porque me da la gana” a tiempo puede ser liberador.

Respuestas ingeniosas al “¿para cuándo el hermanito?”

Aunque os pueda resultar raro, a mí, que tengo tres niñas, todavía me preguntan: “¿Para cuándo el niño?”. Y, aunque la mayoría de las veces me río, otras me sienta mal; como si tener un hijo fuera una cuestión numérica o tener niñas no es suficiente. Por lo general, respondo con la misma frase: “Ya he cumplido con la natalidad de este país, ahora les toca a otros (o a ti, que no tienes)”.

Está muy extendida la idea de que tener un hijo único es algo negativo y que estos se crían “solitos”, sin compañía. Ante esas preguntas incómodas sobre la opción de darle un hermano a tu bebé, podemos responder de distinta manera: “Con mi hijo/a me basta. Tendrá todo mi cariño y atención”, “Menos mal que hay más niños en el mundo y que tener amigos no dependerá de que su madre tenga más hijos”, “Cuando lo tenga decidido te avisaré. Y de paso me dices cómo llamarlo”, “¿Por qué? ¿Estás embarazada y quieres que nos sincronicemos?”. Y si te dicen que ellos no tuvieron hermanos y los echaron de menos: “Está bien, tendré otro bebé para que tú sientas que tu infancia en soledad valió la pena”.

 

¿Existe la madre perfecta?

 

Las “confusiones” con el sexo del bebé

Quizás es una de las situaciones que más pueden incomodar, cuando te preguntan si es niño o niña; como si el sexo del bebé fuera importante. Es muy típico que, en una sociedad donde el machismo sigue estando a flor de piel, se asuma que si el bebé es muy guapo tiene que ser niña; porque las niñas han de ser bonitas y los niños, fuertes o (adjetivo que aborrezco) “machotes”.

Una buena forma de responder a eso de “qué niño más guapo, parece una niña” es confundir al interlocutor con una persona de otro sexo: “Gracias señor”, y cuando nos quiera sacar de nuestro error decirle, “ah, perdón, no es muy femenina y pensé que era un hombre” (o al revés). Otro clásico es preguntar por los pendientes en caso de una niña. Ahí puedes ser educada y decir simplemente que “cuando sea mayor que decida” o acudir a la gama de respuestas ingeniosas como el “sí claro, mañana vamos para que le pongan pendientes en la boca o la nariz”.

 

 

Otro clásico es el de los nombres. “No parece un nombre de niña/niño”; “¿de dónde te has sacado ese nombre tan raro’. Mis hijas tienen nombres preciosos, al menos a mí me lo parecen. Una vecina “muy simpática” le preguntó a mi suegra sobre el nombre de la mediana, diciéndole: “Uy, parece nombre de perro”. Mi suegra muy resuelta le dijo que se notaba “que leía poco porque el nombre es de origen griego y existe una flor muy conocida que se llama así”.

Cómo sobrevivir a los comentarios sobre mi hijo

Estas frases son solo una muestra de toda una gama que incluye opinar sobre la apariencia física de la madre o del bebé (está muy gordo o muy delgado), sobre los parecidos familiares, sobre el sueño infantil o el colecho, las papillas, el Baby Led Weaning, etc. Y, lamentablemente, no parece que vayan a desaparecer a corto plazo.

Ante eso tenemos varias opciones. Convivir con ellas, enfadarnos, ignorarlas o contestar con más o menos ironía. Cada madre sabrá qué elegir. No existe una maternidad perfecta ni una forma de actuar absolutamente correcta y aplaudida de forma unánime. La maternidad ya es suficientemente dura como para dejarnos influenciar por los demás.

 

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2 comentarios en "No me digas qué hacer con mi bebé - Situaciones y respuestas ingeniosas"

  1. Muy bueno 😀 Hace poco, cuando nuestro hijo de 8 meses protestaba de sueño en el avión antes de despegar, una señora nos miro significativamente varias veces, en los 10 minutos (largos para todo el mundo, seguro, pero más para nosotros…) que duró el asunto antes de que el pobre pudiese caer dormido.
    Por suerte, al menos no dijo nada en voz alta y el resto de pasajeros fueron un encanto.
    Pero se me ocurrió algo que dejé en mi recámara por si nos soltase algún comentario, y me hizo sonreír junto a mi pareja: “Gracias, su opinión es tan, tan valiosa que debería guardársela para usted misma/o”
    ¡Buena semana, tribu!

  2. Un articulo muy divertido, muchas de las cosas son ciertas y no sabes que responder ante esas preguntas. La lectura se me ha hecho muy amena. Muy buen post, me ha encantado.

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