Especial Viernes 13: ¿Tu peque ve fantasmas? La ciencia lo explica

La ciencia lleva años investigando el por qué los niños y cierto tipo de personas son más propensos a relatar supuestas apariciones

Artículo publicado el 13 Ene 2023 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 13 octubre, 2023

A menudo las familias con niños pequeños relatan ciertas “experiencias” inexplicables protagonizadas por sus peques. En todas las culturas del mundo se asocia a los niños con una mayor sensibilidad para “ver” e incluso hablar con personas invisibles a ojos de los demás. ¿Por qué los niños ven fantasmas?

Este supuesto fenómeno se ha repetido tantas veces y despierta tanto la curiosidad que no solo el cine lo ha explotado hasta la saciedad, sino que incluso la ciencia lo ha estudiado. Te contamos lo que opinan sobre ello los científicos y te explicamos cómo actuar si tu peque te dice que ha visto un fantasma.

¿Tienen los niños una sensibilidad especial?

¿Los niños pequeños pueden ver fantasmas porque tienen una sensibilidad especial? Es una creencia muy generalizada que ofrece, no obstante, dos importantes inconvenientes: ¿Cómo se demuestra la existencia de fantasmas? ¿Y cómo se demuestra que los niños tienen una sensibilidad mayor, especial o diferente?

Chris French, el director de la Unidad de Investigación en Psicología Anómala del Departamento de Psicología de la Universidad de Londres, no cree que eso sea así. “El hecho de que se diga algo a menudo no significa que sea verdad”, explica en una entrevista. Para este experto, los fantasmas forman parte de una etapa natural de la infancia caracterizada por el miedo a monstruos, fantasmas, criaturas horripilantes y otros temores asociados a la oscuridad que alimentan la fantasía infantil. Según el especialista, a todos de pequeños nos ha pasado, pero esos miedos disminuyen a medida que nos vamos haciendo mayores y en la edad adulta nos acabamos por volver escépticos (¡o al menos la mayoría!).

Este profesor en psicología afirma que probar científicamente la existencia de fantasmas es “intrínsecamente difícil” (hasta ahora nadie lo ha conseguido sin dejar lugar a la duda) y que “la evidencia de la existencia de fantasmas es en gran parte anecdótica”. Y el problema con la evidencia anecdótica es que a menudo es muy poco fiable.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

En la Unidad de Investigación de Psicología Anómala buscan explicaciones científicas (no paranormales) en los informes de encuentros con fantasmas. Hacen experimentos y recopilan datos con personas adultas, teniendo en cuenta factores como los efectos de la sugestión y experiencias que sí tienen causa científica, como la parálisis del sueño. Incluso han estudiado experiencias de “médiums” para ver si era posible comprobar que los espíritus sobreviven a la muerte del cuerpo físico y puedan comunicarse realmente con nosotros. Pero los resultados de estas pruebas no respaldan las afirmaciones de los médiums.

La conclusión general de este grupo de trabajo es que una aparición puede definirse como una “presencia percibida” asociada a la necesidad de consuelo de alguien durante un momento de estrés extremadamente alto. Según French, los estudios indican que casi la mitad de los estadounidenses ancianos viudos ven una alucinación de su cónyuge fallecido y que la interpretación de este tipo de “visiones” a menudo depende de los principios de su fe religiosa o del propio deseo de tener la visión.

Es decir, según el experto, jugarían un papel importante las creencias, la sugestión y momento emocional por el que se transita. Aunque, claro está, si probar la existencia de espíritus es difícil, “es aún más difícil demostrar que los fantasmas no existen. Pero sabemos lo suficiente sobre las alucinaciones, la falta de fiabilidad de la memoria y otros factores psicológicos para afirmar que la creencia de que no existen es razonable.

De hecho, muchos de los encuentros con seres que no están vivos, se pueden resolver con razones lógicas que, según la ciencia, son las correctas. A continuación recopilamos algunas de ellas.

Teorías científicas para los avistamientos “fantasmales” de los niños

Existen fenómenos explicables por la ciencia que pueden hacernos creer que estamos viendo un espíritu. Porque sí, para la “existencia” de fantasmas hay distintas teorías científicas. Es más, los científicos han demostrado en infinidad de ocasiones la inconsistencia de las teorías espiritistas. Para ellos está claro que los fantasmas no existen, pero sí hay numerosos fenómenos perfectamente explicables por la ciencia que pueden hacernos creer en espíritus. Estos son los más habituales en el caso de los niños:

El pensamiento mágico

El pensamiento mágico es natural entre los 2 y los 7 años de edad, según el famoso psicólogo Jean Piaget. Los niños en esa edad tienen un pensamiento simbólico y mágico que provoca la creencia en un mundo encantado. Según Piaget, los niños y niñas de esa edad todavía no sabe distinguir entre la apariencia y la esencia. Como consecuencia, una sábana que parece un fantasma… puede ser un fantasma.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

Con el pensamiento mágico aceptamos sin comprender. Es el motivo por el que los niños creerán en Papá Noel solo porque les decimos que existe. Este tipo de pensamiento, como consecuencia, genera conclusiones e ideas carentes de fundamentación empírica robusta. Pero tiene una función en la infancia, y es la de entender y dar sentido a un mundo a menudo desordenado, incoherente y azaroso para un niño. Creando su propio mundo de fantasía consiguen tener “un lugar” propio donde no hay caos porque todo puede explicarse incluso sin palabras, y allí pueden sentirse a salvo.

El estudio “Monstruos, fantasmas y brujas: probando los límites de la distinción entre fantasía y realidad en niños pequeños” publicado en 2011 en el British Journal of Developmental Psychology demostró que, cuando se les pidió a chicos de 3 a 5 años que distinguieran entre personas reales como Michael Jordan y seres ficticios como monstruos y dragones, solo el 40% pudo hacerlo.

Una imaginación vívida superior a la de los adultos

Es otra causa aceptada. Y si la anterior estaba fundamentada en la existencia de la fantasía, esta está asociada al factor imaginación que, aunque parecido, no es exactamente el mismo. La fantasía es una percepción irreal que solo existe en la mente de quien la imagina; la imaginación, en cambio, es un proceso creativo que permite manipular información real con el fin de crear una representación propia.

“Mi opinión es que los niños tienen una gran imaginación, incluso los más pequeños”, respondió Jacqueline Woolley, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Texas en Austin, a un padre que le consultó acerca de los fenómenos que asocian el mundo espiritual con los niños. No es solamente su opinión. También es la hipótesis más extendida.

Chris French también apoya esta tesis. El profesor inglés incide en que los niños pequeños tienen una imaginación muy vívida y, de hecho, “entre un tercio y dos tercios de los niños tienen compañeros imaginarios de juego”. Algo que, lejos de ser preocupante, “se reconoce que es positivo en el crecimiento”. No obstante, hay muy pocos casos en los que una niña o un niño pequeño se refiere a amigos imaginarios desagradables.

Y el factor imaginación nos lleva a su vez a la siguiente hipótesis científica:

La sugestión

Y no solo nos referimos a la sugestión que puede generar en un niño pequeño el haber visto una película infantil de fantasmas o haber leído un cuento (que también), sino también a la sugestión sociocultural.

 

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Los niños y niñas pequeños son altamente sugestionables, y los valores transmitidos y el contexto sociocultural influye poderosamente en la imaginación y las creencias de nuestros hijos. Así, por ejemplo, hay niños y niñas que aseguran haber visto a los Reyes Magos o a Santa Claus o al Olentzero, al Ratoncito Pérez o al Hada de los Dientes, trasgos o duendes o gnomos, meigas o brujas, sirenas, hadas… diversos personajes, todos ellos muy populares, pero diferentes según el lugar del mundo. No obstante, todos ellos tienen un factor en común: se anima a los peques a creer en ellos. Quizá no conscientemente… pero nadie puede abstraerse de su entorno cultural.

De esta forma, un niño o una niña que crece en una casa donde disfrutan de la fantasía o lo sobrenatural, es más probable que vea “cosas”, si la familia es aficionada a esta temática. Incluso si no dejan al peque ver películas o leer libros, los más peques son como esponjas y captan parte de todas nuestras conversaciones. No olvidemos la cantidad de niños y niñas que emulaban en los recreos de los colegios los juegos de El Juego del Calamar, incluso aunque sus padres aseguraran no visionar la polémica serie estando ellos presentes.

Jacqueline Woolley (que estudió el desarrollo conceptual en niños, la cognición religiosa y la distinción fantasía-realidad) explica que la forma en la que los niños “interpretan los productos de sus imaginaciones está muy motivada por la cultura”.

Dentro de una cultura o una familia en la que los fantasmas se consideran reales, es más probable que un niño interprete un tipo particular de imaginación como un fantasma. Esto se debe a que los fantasmas son algo de lo que los niños de esa cultura o familia han escuchado de otros, y quizás han inferido que los fantasmas son reales, explica.

Esto también puede dar respuesta a por qué en algunas regiones “se ven” más fantasmas que en otras. Por ejemplo, según la encuesta sobre Actitudes y Creencias Religiosas realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en 2002, el 20,2% de los españoles cree en la existencia de los espíritus. Una cifra que aumenta enormemente en otros países, como Estados Unidos: según una encuesta realizada este mismo año por YouGov para el Huffington Post, el 45% de los americanos cree en los fantasmas. Y según el Centro de Investigación Pew, el 18% de los estadounidenses afirma haber visto uno. En México se celebra ampliamente el Día de los Muertos, un día en el que se fomenta la creencia de que nuestros familiares y seres queridos regresan del Más Allá y pueden comunicarse con nosotros.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

El psicólogo social Frank T. McAndrew habla de la ambigüedad de las religiones: “El talento de la religión para aliviar nuestra ansiedad sobre la muerte puede tener el efecto perverso de aumentar la probabilidad de que estemos cerca de creer en fantasmas, espíritus y otros seres sobrenaturales mientras estemos vivos”. Según el experto, el fenómeno de la “sensación de presencia” también puede ser explicado por algunas experiencias religiosas: “Tales episodios a menudo ocurren después de períodos prolongados de meditación y reflexión interna y pueden verse facilitados por una estimulación física inusual e intensa“. 

En sus investigaciones, French también ha comprobado como en las sociedades que creen en la reencarnación, son comunes los niños que tienen “sensaciones” de vidas pasadas. Y es que, dentro de la sugestión, las creencias religiosas tienen un peso importante. El hinduismo, por ejemplo, es una religión politeísta en la que se adora… ¡a más de 300 millones de dioses! Los hindúes veneran tanto a sus dioses que, además, hay representaciones de vistosos colores de todos ellos por todas partes y en su día a día. Imágenes, figuras, templos, pinturas, estampas… En este contexto, no parece ilógico pensar que tanto misticismo y adoración sea capaz de alimentar la imaginación y los sueños de los más pequeños.

De hecho, en 2012, una pareja de investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, publicó un artículo llamado “Agencia sobrenatural: Predictores de diferencias individuales y correlatos situacionales”, que sugería que las personas con ideas más espirituales son más propensas a tener experiencias paranormales de tipo religioso y también a mostrar mayor empatía hacia todo lo que no entienden. Además, este estudio asevera que aquellos individuos que se encuentran en ambientes amenazantes u hostiles, tienen más experiencias sobre lo paranormal (aunque en este caso no de tipo religioso), lo que sugiere que el temor y estrés pueden ser también factores asociados a las “apariciones”.

¿Por qué podríamos ver fantasmas si estamos en este tipo de ambientes? Según explica McAndrew en el portal “Psychology Today”, cuando no sabemos si algo amenazante nos acecha, tendemos a dirigirnos mentalmente hacia el lado de la precaución, es decir, “irnos al miedo”: “Esta respuesta nos pone en alerta elevada, activando el procesamiento de arriba hacia abajo que puede reforzar nuestra creencia en lo paranormal y hacer que veamos fantasmas“.

 

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Según este experto, ver fantasmas también puede ser desencadenado por los “mecanismos de agencia y detección” propuestos por los psicólogos evolutivos. Estos mecanismos evolucionaron para protegernos del daño a manos de depredadores y enemigos.

“Si estás caminando por una calle oscura de la ciudad y escuchas el sonido de algo que se mueve en un callejón oscuro, responderás con un mayor nivel de excitación y atención bruscamente enfocada y te comportarás como si hubiera un “agente” presente que está a punto de hacerte daño. Si resulta ser solo una ráfaga de viento o un gato callejero, pierdes poco al reaccionar de forma exagerada, pero si no activas la respuesta de alarma y hay una verdadera amenaza presente, el costo de tu error de cálculo podría ser alto. Por lo tanto, evolucionamos para errar en el lado de detectar amenazas en situaciones tan ambiguas.”

El especialista también señala que algunas de las descripciones más convincentes de “la sensación de una presencia” provienen de marineros solitarios que han experimentado alucinaciones, escaladores de montaña y exploradores polares. Algunos de estos testimonios se describen en un artículo de 1987 de Suedfeld y Mocellin. Estos incluyen informes recurrentes de exploradores polares que sentían como si alguien los estuviera siguiendo, escaladores del Monte Everest varados en agujeros de nieve que alucinaban y sobrevivientes de barcos hundidos que contaron personas adicionales en sus botes salvavidas.

Otro ejemplo es que si alguien que cree en lo paranormal entra en un lugar conocido como “encantado”, lo más seguro es que tenga algún tipo de sensación, experiencia paranormal o vivencia incómoda, puesto que ya entra sugestionado para ello. En 1997, un grupo de investigadores llevaron a 22 personas al edificio de un teatro en decadencia, para que después relataran lo que habían vivido dentro. La mitad creyeron tener “experiencias paranormales” y pensaban que estaba embrujado, mientras que el resto solo veía un teatro maltrecho. Los que vivieron experiencias sobrenaturales fueron los que acudieron sugestionados para ver “un teatro encantado”.

Esos datos reflejan que las personas que ya tienen algún tipo de sugestión para ver o sentir algo, al final acaban experimentándolo, y es que, al ser estudiada por los científicos, resulta que la sugestión tiene un poder mucho mayor de lo que puede parecer en un principio.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

Según las investigaciones de Richard Wiseman, catedrático de comprensión pública de la psicología en la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido, que ha dedicado su vida al examen académico de la psicología de la magia y la ilusión, el engaño, la suerte y el desarrollo personal, las personas tenían más experiencias paranormales o frío en lugares famosos, es decir, en aquellos en los que ya se sabía de antemano que había pasado algo, que en los sitios que no tenían ninguna relevancia.

Parálisis del sueño

Otra razón por la que los menores pueden pensar que han visto un fantasma es por causa de un episodio de parálisis del sueño, un período de parálisis temporal que ocurre entre el sueño y la vigilia y que, a veces, puede ir acompañado de una sensación de presencia e incluso alucinaciones. Aterrador, sí; pero inofensivo.

Es una posible explicación científica en el caso de preadolescentes y adolescentes, ya que con frecuencia empieza durante la adolescencia y puede hacerse frecuente durante los 20 y 30 años de edad. Los científicos valoran esta hipótesis porque su naturaleza da explicación tanto a las supuestas visiones, como a la hora en la que mayormente se producen. No en vano, es curioso que la mayoría de avistamientos de espíritus se dan en la madrugada, cuando es más habitual que se sufra este tipo de trastorno del sueño.

Durante la parálisis del sueño se produce una parálisis temporal de los músculos voluntarios que se asocia además a un tipo especial de alucinaciones que reciben el nombre de alucinaciones hipnagógicas (aparecen cuando se pasa de la vigilia al sueño) o hipnopómpicas (aparecen en el momento del despertar). Se trata de alucinaciones fisiológicas (porque se pueden presentar en sujetos sanos, aunque las alucinaciones hipnagógicas son características del síndrome narcoléptico) que producen visiones de ensueño.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

En estos casos las alucinaciones pueden ser visuales, auditivas o táctiles. Se manifiestan viendo u oyendo objetos inexistentes o creyendo que una persona cercana se encuentra en las proximidades. Es un cuadro también caracterizado por trastornos de la imagen corporal y alteraciones de la percepción del tiempo.

“En su forma básica, ciertamente la parálisis del sueño es muy común. Estás medio dormido y medio despierto y te das cuenta de que no te puedes mover. Típicamente dura unos segundos. Es desconcertante, pero no es grave –explica a la BBC French– “Pero menos comunes son los casos en los que hay síntomas asociados, como una sensación muy fuerte de que hay una presencia, algo en la habitación contigo… así no lo puedas ver u oír, está ahí, y no tiene buenas intenciones: quiere hacerte daño“.

Según el experto en psicología, a veces puedes ver y oír a esa presencia. Es una experiencia alucinatoria”. Tal y como relata el especialista, “Lo que la gente reporta que vio típicamente incluye personajes monstruosos, demonios, sombras negras, una luz que se mueve por el cuarto.

También puede haber alucinaciones táctiles, “en las que puedes sentir que te están sacando a rastras de la cama o que hay algo respirando detrás de tu cuello” –dice French– “Recuerda que no te puedes mover, así que puede ser absolutamente aterrador“.

Además, aquellos que padecen parálisis del sueño, “a menudo experimentan dificultades para respirar, sensación de presión en el pecho y un miedo intenso”, completa French.

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Teniendo todo esto en cuenta, es perfectamente comprensible que quienes padecen este trastorno del sueño crean que han visto un fantasma… ya que para esta experiencia, hasta la palabra pesadilla se queda corta.

“En términos generales sabemos qué lo causa: en una noche normal de sueño uno pasa por ciclos de 90 minutos, en los que pasas de un estadio a otro. Tu ritmo cardíaco y respiratorio, las ondas cerebrales van cambiando” –explica French– “Pasas por eso hasta que entras en el sueño MOR (sueño de movimientos oculares rápidos). Esa es la fase asociada con sueños vívidos. En ese estadio, los músculos de tu cuerpo están paralizados, presuntamente para evitar que realices las acciones de tus sueños“. 

Hasta ahí, todo es normal y común al sueño de todos los seres humanos, “pero en un episodio de parálisis del sueño, algo sale mal. En palabras sencillas: tu cerebro se despierta, pero tu cuerpo no, aclara el experto. De esta forma puedes abrir los ojos y ver que estás en tu cuarto, pero no te puedes mover, y puedes percibir una realidad distorsionada u onírica, ya que el mundo de los sueños entra en el real.

Por su parte, el neuropsicólogo pediátrico y director de los servicios de neuropsicología en el Alberta Children’s Hospital de Calgary en Canadá, Brian L. Broks, señala que trastornos como este “nos permiten vislumbrar capas ocultas del Yo, más allá del ego, las de la imaginación, alucinaciones, los sueños”. Durante estos episodios, además, el experto explica que hay evidencia “de un aumento del flujo de sangre al área menos racional del cerebro” y “la amígdala, un pequeño grupo de neuronas del cerebro que detectan el peligro, entra en hiperactividad”.

Sabemos que los adolescentes son capaces de padecer este trastorno, pero no es fácil detectar trastornos del sueño en bebés y niños pequeños ya que se asume que, durante los primeros años, duermen mal. Hasta los 3 años el sueño es inestable y las interrupciones pueden ser habituales antes de esta edad, por lo que no es sencillo diagnosticar los trastornos de sueño.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

A medida que van creciendo puede resultar más fácil identificar estos trastornos y la clave, según la psicóloga y especialista en sueño infantil, Rafi López, a quien podéis consultar online en la Tribu CSC, es observar el comportamiento durante el día:

“Si el niño está contento, come bien, juega y aprende, todo indica que descansa bien durante el sueño. Si ocurre todo lo contrario y tenemos un niño que se irrita con facilidad y que está cansado durante el día o bien que duerme menos de 10 horas diarias, sí deberíamos consultar con un especialista”. 

Lo ideal, según explica López, sería grabar el episodio nocturno para poder mostrarlo al pediatra o al médico especialista para poder valorar la situación tras observarla, identificar qué tipo de trastorno es (si lo hay) y pautar un tratamiento en caso de ser necesario.

Puede que lo necesiten

La causa de que los peques “vean fantasmas” puede ser también, simplemente, que lo necesiten. Los seres humanos necesitamos pensar que hay algo más allá de la muerte. La idea de la eternidad nos ofrece consuelo frente a nuestra mortalidad. “Dejar de ser” o “dejar de existir” puede dar mucho miedo a un niño pequeño.

Creer en fantasmas o en que otros han experimentado con ellos, nos hace sentir que podemos vislumbrar una vida después de la muerte. Esto puede satisfacer y calmar nuestro propio miedo a morir, ya que aceptar que (a lo mejor) todo se acaba una vez hemos fallecido, puede ser sumamente angustioso, abrumador y terrorífico. Seamos o no personas espirituales o religiosas, la existencia de fantasmas corroboraría que después de que desaparecemos de este mundo nos podemos refugiar en otro. Esta creencia, o la esperanza en ella, nos aporta confianza y seguridad, y nos permite vivir más tranquilos.

 

 

Aunque no ha relatado ver ninguno, mi propio hijo pequeño está convencido de que los fantasmas existen. Su explicación es que un fantasma es en lo que se convierte el  “alma” de una persona cuando muere. Es decir, necesita creer que la muerte no es el final. Es más, seguimos cohabitando con los vivos en los mismos lugares donde siempre ha transcurrido nuestra vida, así que es fácil imaginar que el pensar que “no te vas muy lejos” a él le reconforta y le da tranquilidad.

De esta forma, no tiene que enfrentarse ni siquiera a un tránsito o “viaje”, ya que no nos vamos al “cielo” ni al “otro mundo” ¡ni a ningún otro lugar que él no conozca, en realidad! Así es como, según mi hijo, los “fantasmas” simplemente se quedan donde siempre han estado, en lugares seguros y conocidos, cerca de sus seres queridos. Resulta reconfortante, ¿verdad?

Curiosamente mi peque empezó a acariciar esta creencia una vez interiorizado el concepto de la muerte. Es decir, cuando tuvo que enfrentarse a su propia mortalidad. Antes nunca había meditado sobre la existencia de los fantasmas. Para él eran como los monstruos de los cuentos o los dibujos, personajes ” de miedo”, irreales. No hace falta ser religioso ni especialmente espiritual para entender esta necesidad del ser humano: la resistencia a la muerte, a dejar de ser y existir para siempre. Eso, da mucho más miedo que un fantasma.

Si el peque ha sufrido recientemente alguna pérdida o en su familia se ha producido algún deceso, también puede sentirse sugestionado por esta circunstancia, sobre todo si la superstición del entorno o la atmósfera familiar (sepelios, funerales, etc.) invita a ello.

 

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Y vosotros pensaréis: “Vale, muy bien, es verdad que los niños son fácilmente sugestionables, creen en la fantasía y tienen mucha imaginación; pero muchas personas adultas también cuentan que han visto un fantasma”. Es cierto. Muchas personas adultas han visto “algo” y están convencidas de que se corresponde con la imagen que tradicionalmente asociamos en el imaginario colectivo a lo que popularmente se conoce como “un fantasma”. Hasta ahora hemos visto las causas que los científicos consideran más probables para dar explicación a avistamientos de fantasmas en el caso de los niños, pero, según la ciencia, hay muchos otros motivos razonables por los que una persona, de cualquier edad, puede creer que ha visto un fantasma.

Otras teorías científicas

Las siguientes razones han explicado las apariciones de espíritus las suficientes veces como para ser recogidas por la ciencia como causas probables:

Intoxicación por monóxido de carbono o moho

En 1921, el oftalmólogo William Willmer publicó una investigación sobre una casa encantada en el “American Journal of Ophthalmology”. El doctor investigó los sucesos ocurridos en la vivienda de una familia en la que todos los miembros relataban escuchar sonidos de portazos y pisadas en habitaciones vacías, y haber visto muebles que parecían moverse. Los niños sentían extrañas presencias y uno de ellos aseguraba haber sido atacado por un extraño.

La madre llegó a tener una visión fantasmal. Pasado un tiempo, se dieron cuenta de que todas sus plantas habían muerto. Fue entonces cuando descubrieron que había un fallo en el horno de la casa, que estaba expulsando gas. Willmer descubrió que la familia entera sufría envenenamiento por monóxido de carbono.

La exposición a grandes dosis de monóxido de carbono (CO) es letal, pero en pequeñas dosis puede provocar alucinaciones, convulsiones (que pueden ser confundidas con “posesiones”, pérdida de conocimiento…) Este gas es inodoro y muy difícil de detectar.

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

Las chimeneas, las calderas, los calentadores de agua o calefactores, las máquinas de lavar a presión y otras herramientas que funcionan con gasolina, los generadores que funcionan con gasolina, vehículos automotores (coches, embarcaciones…) y los aparatos domésticos que queman combustible (parrillas de carbón, estufas de gas propano, briquetas de carbón para cocinar o calentar…) pueden producirlo cuando hay algún fallo en la instalación.

En 2005, una mujer fue atendida por los servicios médicos delirando y con hiperventilación por haber visto un fantasma en la ducha. Posteriormente se descubrió que su nuevo calentador de agua había sido mal instalado y había llenado su casa de monóxido de carbono. Fallos como este podrían explicar numerosas historias de fantasmas.

También hay investigadores que creen que puede haber una relación entre el moho que puede tener una casa por diversos motivos y las experiencias paranormales. Un estudio de 2009 mostró que ciertos tipos de moho pueden causar problemas como delirio, trastornos del movimiento, problemas con el equilibrio y la coordinación… Muchos científicos piensan que es posible llegar a tener algún tipo de alucinación por culpa de estas sustancias. En este caso, la inhalación de esporas podría producir un efecto similar a la ingesta de ciertas sustancias psicotrópicas.

El moho negro o Stachybotrys chartarum es especialmente peligroso, ya que produce un subproducto tóxico llamado micotoxinas que se desarrollan a medida que el hongo descompone los materiales de construcción que usa para alimentarse y crecer. Estas sustancias tóxicas producen daño cerebral, manifestado con temblores, cambios emocionales, pérdida de la memoria, alucinaciones, convulsiones, mareos, pérdida de la concentración y depresión, por mencionar solo algunos síntomas importantes.

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

Cansancio o estrés: Fallo cerebral

Se sabe que ambas causas, agotamiento y estrés, pueden ser detonantes de fallos cerebrales. Según Joe Nickell, investigador escéptico del folclore estadounidense y miembro del Comité para la Investigación Escéptica, las visiones de fantasmas son en ocasiones una ilusión que produce nuestro cerebro cuando estamos cansados y tenemos la mente en blanco, en un estado cercano al sueño:

“Es una ilusión óptica”, explica Nickell en NBC News“El párpado se contrae o un insecto vuela en nuestro campo visual y, momentáneamente, tenemos una visión mental. Es como si nuestro ojo tuviera una doble exposición por un breve momento”.

Mal funcionamiento del cerebro

En el año 2006, un neurólogo en Suiza estaba tratando de aislar la parte del cerebro responsable de las convulsiones de una mujer de 23 años cuando, en el momento que aplicó corriente a cierta parte de su cerebro, la mujer sintió a una persona misteriosa y sombría de pie detrás de ella. Esto ha suscitado que algunos académicos sugirieran que lo que hizo fue estimular por causalidad la parte del cerebro que podría ser responsable de las sensaciones de entes o percepciones de fantasmas.

De hecho, existe una nueva evidencia emocionante de un grupo de investigación dirigido por el neurocientífico Olaf Blanke que demuestra que es la estimulación precisa de regiones cerebrales específicas lo que engaña a las personas para que sientan la “presencia” de una aparición fantasmal.

Trastornos psicosomáticos por problemas de salud mental

El centro público de la Universidad Hindú de Banarás (BHU) —Banaras Hindu University—, en la ciudad de Varanasi, creó en 2019 el primer curso para enseñar a los médicos cómo tratar a pacientes que dicen ver o estar poseídas por fantasmas. El curso estaba certificado, duraba 6 meses y el temario se centraba en trastornos psicosomáticos, que suelen confundirse con sucesos paranormales.

 

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Según explicó un portavoz de la universidad a la agencia IANS, el curso se centraba “en aquellas enfermedades provocadas por causas desconocidas y enfermedades mentales y condiciones psíquicas“. No en vano, según un estudio de 2016 del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencia, casi un 14% de la población india tiene un problema de salud mental y, en 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que el 20% de los hindúes podía sufrir depresión en algún momento de su vida.

Además, en la sociedad hindú existe un estigma en torno a los problemas de salud mental, por lo que son pocas las personas que buscan ayuda profesional. Esto sucede sobre todo en las zonas rurales del país, donde las personas suelen acudir a chamanes y doctores para que les “ayuden”, cuando en realidad necesitan tratamiento para sus enfermedades mentales.

Diversos trastornos de salud mental se relacionan tradicionalmente con alucinaciones visuales provocadas por la atrofia de determinadas áreas cerebrales o enfermedades como el alzhéimer, la esquizofrenia, el párkinson, la enfermedad de Creutzfeldt Jacbo, la encefalopatía espongiforme bovina (conocida popoluarmente como la “enfermedad de las vacas locas”) y la demencia por cuerpos de Lewy. Algunas de estas enfermedades hacen que se altere la percepción y se puedan tener distintas percepciones ante un mismo estímulo.

Muchos investigadores se han centrado en este enfoque para tratar de responder a la pregunta de por qué hay tanta gente que ve fantasmas. Es el caso del experto B. R. Kartheek y sus colaboradores de la Universidad Tunku Abdul Rahman de Malaysia, que en 2013 publicaron una interesante revisión en el “Journal of Pharmaceutical & Biological Archives”. Sus conclusiones sugieren que este fenómeno tiene un origen neuronal, especialmente en lo que se refiere al área cerebral que se encarga de la precesión visual, la cual puede verse afectada por enfermedades como el párkinson.

La investigación se llevó a cabo a través de resonancias magnéticas a personas que padecían párkinson, las cuales presentaban alucinaciones. Como resultado, se descubrió que esta enfermedad producía una pérdida de volumen en el lóbulo temporal medial y las regiones límbicas.

 

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Otros científicos, como Blanke, también han centrado sus investigaciones en este área de la neurociencia. Sus estudios revelan que una interrupción de la comunicación entre los lóbulos frontal y temporal del cerebro puede ser responsable de las alucinaciones que hasta el 50% de pacientes de párkinson afirman tener”. Asimismo, Blanke también ha descubierto que se podría inducir una experiencia de una presencia o aparición en muchos pacientes epilépticos al estimular el área fronteriza entre los lóbulos temporal y parietal.

Por lo tanto, hay determinadas enfermedades que producen cambios estructurales en el cerebro, y estas alteraciones modifican la percepción y las funciones visuales perceptivas, lo que origina alucinaciones de imágenes que los pacientes perciben como algo real y nítido. En sus conclusiones, los autores del trabajo señalaron que la presencia de este tipo de fenómenos tendría una base neural, más concretamente relacionada con la atrofia de áreas cerebrales que se dedican a la percepción visual, y las áreas parietales.

En otros trabajos, se señala una interesante asociación entre diversos tipos de alucinaciones y las redes cerebrales de la atención. En este sentido, en un estudio publicado en “Progress in Neurobiology” en 2014, un equipo de investigadores australianos diferenciaban entre las alucinaciones visuales simples (en las que la atención no participa), las alucinaciones visuales complejas (relacionadas con una alteración en las redes de control de la atención que llevaría a una interpretación errónea de las percepciones ambiguas) y las alucinaciones visuales complejas sin conciencia o sentimiento de que se tengan, las cuales pueden asociarse a una menor actividad de la red dorsal de la atención en la que están implicadas la corteza cerebral frontal y la parietal dorsal posterior.

La soledad de la viudez

McAndrew pone de relieve como las personas afligidas que han perdido a un ser querido del que dependían en gran medida pueden aislarse del contacto social y rara vez abandonar sus hogares.
La soledad y el aislamiento, junto con los altos niveles de estrés y la estimulación sensorial inmutable, podrían muy bien producir las mismas condiciones biológicas que podrían desencadenar una “visita” de los recién difuntos”, explica.
El experto en psicología incide en que los estudios indican que casi el 50% de los estadounidenses ancianos viudos experimentan una alucinación del cónyuge difunto. Tales comunicaciones después de la muerte en realidad parecen ser un mecanismo de afrontamiento saludable y una parte normal del proceso de duelo.

Infrasonidos

En 1998, Vic Tandy, profesor de tecnología de la información de la Universidad Coventry de Inglaterra, más conocido por su investigación sobre la relación entre infrasonidos y apariciones fantasmales, llegó a pensar que quizás los creyentes en lo paranormal sí estuvieran en lo cierto. Sus compañeros se quejaban de que notaban escalofríos, como si una presencia sobrenatural pasara a su lado rozándoles. La empleada encargada de la limpieza aseguró haber visto extrañas presencias por la noche y el propio Tandy tuvo que admitir que una noche que estaba solo tuvo una alucinación.

Pero justo cuando Tandy empezaba a dudar, experimentó un nuevo fenómeno: mientras sostenía una herramienta en la mano esta empezó a vibrar. Entonces se dio cuenta que sólo se movía en el centro de la habitación, nunca a los lados. El científico empezó a atar cabos… y descubrió que habían instalado un nuevo ventilador en el laboratorio que generaba una frecuencia de 19Hz, imperceptible para el oído humano (que detecta los sonidos a partir de los 20hz), pero que provocaba extrañas vibraciones en el centro de la sala. Y así es como se descubrió que los infrasonidos pueden ser confundidos con fantasmas y poltergeists.

Después de su experiencia, Tandy publicó un estudio en el “Journal of the Society of Psychical Research”, al que llamó “The Ghost in the Machine”. En él, calculó la frecuencia generada por el ventilador que, al rebotar en las paredes del laboratorio, confundía a los trabajadores con sus vibraciones. En cuanto el investigador apagó el ventilador desaparecieron los fantasmas. Más tarde, Tandy realizó muchos más estudios de infrasonidos y comprobó que algunos lugares tradicionalmente encantados como el Castillo de Edimburgo o el sótano de la Catedral de Coventry tenían también ondas similares a la de su laboratorio.

La clave está en la percepción

Al final, si os dais cuenta, todo se resume en esto. Da igual la causa, la distorsión de la percepción es siempre la respuesta. Por eso en psicología los encuentros con fantasmas se estudian en base a la percepción, la cual se construye a partir de nuestras expectativas, necesidades, estados emocionales o de salud y creencias que, una información sensorial ambigua activa y refuerza. Lo más probable es que la experiencia de una “presencia” sea el resultado de muchos de estos factores que interactúan a la vez.

Es por ello que los investigadores concluyen que es más probable que las personas que creen en lo paranormal adopten teorías de conspiración y pseudociencia. Y un dato curioso es que, mientras las mujeres resultan más propensas a apoyar creencias paranormales, los hombres son quienes más creen en alienígenas y otras formas de vida peculiares como el Monstruo del Lago Ness.

No obstante, la cultura basada en diferencias de género no es la única variable, el origen, las creencias, el estado emocional y de salud mental de la persona también son factores relevantes. Así, por ejemplo, los antecedentes de trauma infantil también se han relacionado con creencias paranormales.

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

El psicólogo ambiental Peter Suedfeld también piensa que nuestra percepción y las circunstancias pueden desempeñar un papel crucial en las “visiones”. Suedfeld sostiene que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo procesando estímulos ambientales externos del mundo físico que nos rodea. Sin embargo, la exposición a estímulos que no estamos preparados para procesar puede hacer que nos enfoquemos más dentro de nosotros mismos, algo en lo que la mayoría de nosotros tenemos muy poca experiencia.

Las personas intuitivas ven más fantasmas

Los psicólogos emplean la llamada “Escala Revisada de Creencias Paranormales”, publicada por el profesor de psicología Jerome Tobacyk. Esta escala mide 6 categorías de creencias paranormales, pero también otras como las creencias religiosas tradicionales. Este experto señala que las personas que normalmente emplean un enfoque intuitivo en lugar de un enfoque analítico para comprender el mundo que les rodea son las más propensas a las creencias.

“Aquellos con un estilo cognitivo intuitivo tienden a guiarse por su instinto mientras que quienes tienen un estilo cognitivo analítico, proceden más lenta y metódicamente a la hora de resolver problemas. Se basan en gran medida en la información empírica y tratan de evitar verse demasiado influenciados por las emociones y la intuición”.

Un estudio de 2013 de Kirsten Barnes y Nicholas Gibson, investigadores de la Escuela de Psicología de la Universidad de Sydney en Australia, explora las diferencias entre individuos que nunca han tenido una experiencia paranormal y los que sí la han tenido. Encontraron que aquellos que tenían experiencias paranormales obtuvieron un puntaje más alto en escalas que miden la empatía y la tendencia a absorberse profundamente en la propia experiencia subjetiva.

¿Cómo actuar si tu hijo te dice que ha visto un fantasma? Aunque no creas en fantasmas, cree en tu hijo

Ahora que ya sabes que hay muchas posibles causas por las que una persona, de la edad que sea, puede creer haber visto un fantasma, seguro que te resultará mucho más fácil empatizar con tu peque. Porque, tanto si lo que ha visto un niño es real como si no, si acude a ti para contártelo, necesita de tu confianza.

Si al buscar la confianza, el consuelo, la ayuda, la comprensión y la empatía de sus figuras principales de apego, estas le pagan con enfado, burla o incredulidad, la confianza del peque en ellas se verá perjudicada y es muy probable que aprenda a no volver a confiar determinados secretos, temores, dudas o inquietudes a sus progenitores. Por eso es muy importante no restar importancia a sus emociones, sino validarlas, actuar con serenidad, no ridiculizarle y no tratarle como a un mentiroso.

 

¿Por qué los niños ven fantasmas? La ciencia lo explica

 

La experta en psicología Jacqueline Wolley recuerda que también los adultos experimentan emociones reales, incluso cuando saben que la fuente de esas emociones es fantasiosa; por ejemplo, en las películas de terror. Entonces, incluso si la causa de que un niño esté asustado es su propia imaginación, también puede sentir miedo real incluso cuando, según las investigaciones de Wolley, distingue lo real de lo no real ya a los 3 años, aproximadamente.

“En ese caso, decirle al niño que algo no es real, no lo consolará porque ya sabe que no lo es”, dice ella. Su consejo para abordar los miedos a las cosas imaginarias es trabajar con el terror y moldearlo para normalizar y positivizar la causa del temor… “Si le tienes miedo a los vampiros” –dice– “imagina a uno con camisón; si le tienes miedo a los perros, imagina a uno sin dientes”.

El psicólogo MacAndrew también resalta que la “sensación de una presencia” es una experiencia perceptiva “muy real para aquellos individuos que la han experimentado, y puede ser muy difícil convencerlos de que era algo más que lo que ellos creen que es”. La persona realmente cree que el evento ha sucedido.

Empatizar con el peque es la mejor opción ya que, al fin y al cabo, y teniendo en cuenta las razones que para ello da la ciencia, tal y como recuerda McAndrew en “Psychology Today”“Cualquiera de nosotros podría ver un fantasma”, aunque eso no significa que vaya a ocurrir. Eso sí, si tienes muchas ganas de ver a uno (y si no quieres ni por asomo, también) recuerda que, según la ciencia, el primer requisito para encontrarse con seres del más allá es “creer” que puedes hacerlo.

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