Por qué mi hijo hace siempre lo contrario de lo que le digo

Esta conducta forma parte del desarrollo evolutivo de los niños y no tiene por qué estar motivada por nuestra manera de educar

Artículo publicado el 29 Sep 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 2 abril, 2023

No, no, no y no. Haga lo que haga y diga lo que diga, todo es no. Mi hijo me lleva la contraria y yo estoy ya desesperada, ¿qué puedo hacer? Así podría empezar alguna de las consultas que a diario nos formulan las familias en la Tribu CSC. Suele ser, de hecho, una de las consultas más recurrentes y que suelo acompañar explicando qué es y en qué consiste “la etapa del no”.

¿Por qué mi hijo me lleva la contraria?

Existe una etapa concreta de la infancia, que generalmente se da entre los dos y los cuatro años (aunque ya sabéis que no existen fechas concretas y cerradas para definir cada etapa), en la que es muy frecuente que nuestro/a hijo/a nos lleve la contraria por sistema. No es solo que digan que no a todo lo que les proponemos, es que, a menudo, hacen justamente lo contrario de lo que les decimos. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué mi hijo me lleva la contraria? ¿Es que estamos haciendo algo mal?

Para alivio de muchas familias, es bueno saber que esta conducta forma parte de su desarrollo evolutivo y no tiene por qué estar motivada por nuestra manera de educar. Aunque más adelante veremos qué podemos hacer para acompañar esta etapa de forma respetuosa y sobrevivir a ella, en principio, el origen de esta situación debe estar simplemente, en el momento de desarrollo evolutivo que están viviendo. 

 

Los cuatro motivos que se ocultan tras el mal comportamiento infantil y cómo subsanarlos con la Tabla de metas equivocada de la Disciplina Positiva

 

A partir de los dos años, aproximadamente, dejan de ser bebés. No es algo que se dé de un día para otro pero de manera progresiva van dejando de depender de nuestra ayuda para comer, para desplazarse, para vestirse, para asearse… y comienzan a tomar conciencia de que son personas “independientes” de nosotras/os y que pueden tomar sus propias decisiones y explorar el mundo por sí mismas/os.

Pero claro, hasta hace cinco minutos, como quien dice, eran prácticamente un apéndice de nuestro cuerpo; así que asumir que ahora, de repente, ya no soy tú, ni siquiera soy igual que tú, no es fácil de asimilar. Necesitan desarrollar su propia personalidad y reafirmar su propio autoconcepto de niños/as “mayores”. Y, ¿cómo lo hacen? Pues llevándonos la contraria.

La mejor forma de demostrar que soy mayor y que tengo mis propias ideas es llevarte la contraria, mamá. La mejor forma que encuentro para desarrollarme y aprender a tomar decisiones es hacer lo contrario de lo que me dices, papá. No es nada personal contra vosotros. Solo estoy aprendiendo a ser yo por primera vez; y hasta ahora tú habías sido todo mi mundo así que la única forma que encuentro de ser yo es diferenciándome de ti

 

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¿Qué hacer cuando los niños llevan la contraria?

Ahora bien, que sea algo completamente normal, no quita que sea una situación incómoda; sobre todo, cuando tenemos prisa porque necesitamos llegar temprano al trabajo y le parece mal la ropa que les hemos preparado, el desayuno que lleva para el cole y hasta la dirección en que le hemos cepillado el pelo. Y llegan esas situaciones en las que, aunque entendamos por qué se está comportando de esa manera, pensamos… S.O.S. necesito ayuda. En este post, queremos ofreceros cinco ideas para afrontar esta situación:

1. Concédele su parcela de poder

Los niños y las niñas necesitan poder tomar sus propias decisiones. Ya sabemos que no pueden decidir ir en el coche sin sistema de retención o no lavarse los dientes. Nuestra misión es cuidarles y protegerles y, por lo tanto, habrá decisiones que serán innegociables pero, ¿por qué no pueden elegir qué ropa ponerse o en qué vaso quieren beber el agua?

A menudo entramos en luchas de poder sin sentido por demostrar que tenemos la situación bajo control y lo que hacemos es perder la conexión con nuestros hijos e hijas y empeorar las cosas. Si te cuesta trabajo porque tienes tendencia a hacer y decidir todo por ellos, siéntate a hacer una lista de cuántas cosas al cabo del día os suponen un conflicto y podrían resolverse, simplemente, permitiéndoles decidir, sin que ello supusiera peligro o riesgo alguno. 

 

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2. Planifica

Las prisas son las peores compañeras de viaje de la crianza. El ritmo de la infancia lleva una frecuencia absolutamente distinta a la nuestra y, pretender hacerles entrar en nuestra vorágine, no solo es injusto sino que es poco realista; y, probablemente, sea una de las mejores maneras de asegurarnos tener conflictos y dramas en nuestro día a día. Si sabemos que hay ciertos temas que suelen generar discrepancias en este sentido, nos ahorramos el conflicto planificando con antelación.

Podemos elegir la ropa para el día siguiente antes de acostarnos, por ejemplo. O preguntarles qué taza van a querer usar en el desayuno antes de prepararlo. Estos pequeños detalles a nosotros/as pueden parecernos tonterías sin importancia pero para ellos/as son las cuestiones más importantes que deben decidir en su día a día. Ya tendrán tiempo de pensar en cómo pagar las facturas. Ahora sólo tienen que elegir la ropa y la taza del desayuno. 

3. Ofrece opciones cerradas

Es evidente que no siempre van a poder elegir entre todas las opciones que se les ocurran. Si les preguntamos que van a querer desayunar, podemos encontrarnos con que nos pidan algo que no tenemos en casa o que, simplemente, no consideramos que sea saludable para incluir en el desayuno. Entre el extremo de darles a elegir lo que quieran y el otro extremo de plantarles el desayuno en la mesa sin darles opción a decidir nada, están las opciones cerradas.

 

¿Por qué mi hijo me lleva la contraria?

 

Consisten en darles a elegir una de las opciones previamente seleccionadas por nosotros/as. De esta manera, nos aseguramos de que las opciones entre las que van a elegir son saludables y, al mismo tiempo, respetamos que mantengan su parcela de poder, que tanto necesitan durante esta etapa. Por ejemplo, no nos cuesta nada preguntar: ¿Quieres la tostada con tomate o con aguacate? 

4. Establece rutinas

Las rutinas también pueden ser nuestras grandes aliadas durante la infancia. Además de que les ayudan a sentirse seguros/as al aportar estructura y estabilidad, pueden evitarnos más de un conflicto ya que desaparecen las luchas de poder.

No vamos a hacer lo que yo digo ni lo que tú dices sino lo que toca ahora. Quien manda es la rutina. Las tablas de rutina pueden ser una herramienta muy útil especialmente en ciertos momentos de la crianza en que se producen cambios y a los peques les resulta de gran ayuda poder visualizar las actividades que llevan a cabo en su día a día

5. Comprensión y conexión

No tomarlo como algo personal siempre ayuda. Entender que están pasando por una etapa compleja y que su actitud surge de una necesidad, nos va a ayudar a acompañarles de forma más respetuosa y evitar las temidas luchas de poder en casa.

 

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Es frecuente que muchos progenitores se pregunten ¿Por qué mi hijo me lleva la contraria? durante esta etapa del desarrollo de sus peques y se sientan desbordados durante la misma. Si tenéis dudas o necesitáis asesoramiento, puedes consultarnos online en la Tribu CSC. El primer mes es gratis y no hay compromiso de permanencia.

 

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