Menores migrantes: ¿Cómo podemos favorecer su integración?

Artículo publicado el 18 Dic 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 18 diciembre, 2023

Cada 18 de diciembre se celebra el Día Internacional del Migrante. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la migración supone una expresión “valiente” de determinación individual “de superar la adversidad y buscar una vida mejor”. Muchos de los migrantes son niños, así que la pregunta es: ¿Cómo favorecemos la integración de los menores migrantes?

Causas de la migración

Existen muchas razones por las que una persona con o sin su familia decide dejar el lugar donde ha nacido para emprender una vida mejor. Puede ser por asilo político o humanitario, por razones culturales (búsqueda de una mejor educación y/u oportunidades), por el reencuentro con la familia o simplemente para mejorar su situación económica. Pero también por conflictos armados, enfermedades, catástrofes y el cambio climático.

Todas ellas tienen un impacto tanto en la persona como en su familia y también en los menores migrantes. De hecho, algunos de estos menores acaban cambiando de lugar solos. Son los menores migrantes no acompañados, los MENAS. Estos concretamente suman tres factores de vulnerabilidad: son menores, están solos y son migrantes. Y en el caso de las niñas (un 10% del total según el Observatorio de la Infancia) se suma el factor de género como agravante.

 

 

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¿Qué es un niño migrante?

La migración hace referencia a los cambios de residencia de las personas desde un lugar a otro, cruzando límites geográficos o de una región a otra. Una persona será emigrante con respecto al país o región de origen, e inmigrante con respecto a su nuevo destino. Los menores migrantes son aquellos que, acompañados o solos, abandonan su lugar de origen por otro país, región, ciudad, etc.

Según el Informe sobre las migraciones en el mundo de 2022 de la ONU, el número estimado de migrantes internacionales ha aumentado en las últimos cinco décadas. El total estimado en 2020 era de 281 millones de personas residentes en un país distinto de su país natal. En 1990 esa cifra era de 128 millones.

 

 

La decisión de emprender una nueva vida (o verse obligado a ello) siempre es difícil, complicada y conlleva riesgos y consecuencias que en el caso de los menores migrantes se multiplican.

Impacto de la migración en niños y adolescentes

La migración es un fenómeno complejo y eso implica que cada menor puede vivirla de una manera distintas. Pero, por lo general, es una circunstancia que genera consecuencias de distinto tipo y tres de ellas sobresalen:

• Psicológicas. El traslado de residencia y abandonar el sitio donde te has criado puede resultar muy impactante. Y más si el motivo está relacionado con un conflicto bélico o por desastres naturales. Es habitual que aparezcan sentimientos de soledad y desesperanza, además de una profunda tristeza. También puede generar estrés en los menores migrantes, así como inseguridad y aislamiento. Si los menores están solos, además quedan completamente desprotegidos.
• Económicas. Las familias migrantes a menudo tienen que aceptar empleos por debajo de su cualificación y repartir su sueldo entre la familia que está y la que se quedó en el lugar de origen (remesas familiares). Esto puede llevarles a una falta de recursos que repercute en los menores migrantes. Estos, además, pueden verse arrojados a buscar un empleo demasiado jóvenes (tras cumplir 18 años) para ayudar a su familia, abandonando así sus estudios y reduciendo sus posibilidades de futuro.
• Políticas. La migración tiene impacto en la gestión política de todos los países. En algunos lugares la legislación puede llevar a prohibir vestimentas o a negar la asistencia a migrantes en situación irregular, etc.
• Socioculturales.Las personas migrantes tienen sus propias tradiciones, lenguas, religión y forma de comportarse. Esas tradiciones pueden ser muy diferentes a las del país al que llegan.  Desde un punto de vista positivo, la diversidad cultural supone un enriquecimiento para la sociedad, pero también puede generar rechazo en la población nacional. Esto puede derivar en situaciones xenófobas que acaban sufriendo los menores migrantes.

 

 

También hay que tener en cuenta que la migración puede generar ciertos conflictos en el seno de la propia familia, tanto si está reunida como separada. El influjo del entorno, de la escuela, del barrio afecta a cualquier núcleo familiar. Y esa experiencia negativa tiene impacto en todas las personas, sean de donde sean.

Los menores migrantes tienen los mismos derechos que el resto

Lo primero que deberíamos comprender es que los niños y niñas son personas con derechos, los mismos que los adultos. Y esto es independiente del lugar de nacimiento de cada uno de ellos. Además, la migración tiene muchos aspectos positivos para el país y/o comunidad receptora.

Los migrantes “colman las lagunas existentes en el mercado laboral”, según la ONU. Refuerzan la competitividad y el crecimiento. Además, la llegada de población joven neutraliza el envejecimiento poblacional de muchos países como España. Y, además, la diversidad cultural es positiva para el desarrollo de cualquier sociedad.

 

 

Sin embargo, siguen existiendo muchos prejuicios que generan desconfianza y provocan una visión estereotipada de la migración. A menudo las sociedades más avanzadas siguen estigmatizando determinada inmigración no por rechazo al otro, sino por rechazo a la pobreza. A algunas personas no les molesta los migrantes de otros países ricos. Les molestan los que vienen de países pobres (aporofobia o clasismo).

¿Cómo favorecer la integración de los menores migrantes?

La Agencia para los Refugiados de la ONU, ACNUR, y la Fundación Ciudad del Niño han publicado “El viaje de Kelmy”, un proyecto que ofrece algunas ideas para mejorar la integración de menores migrantes. Aunque se centra en casos chilenos, las recomendaciones para favorecer la integración de niños y niñas son universales y han sido propuestas por los propios menores que participan en este trabajo.

1. Hablar de la migración en los espacios escolares. “Los adultos y profesores juegan un rol importante en la educación de las nuevas generaciones sobre los prejuicios y los estereotipos hacia migrantes y refugiados”.
2. Facilitar espacios de encuentro y recreación entre pares de distintas nacionalidades con actividades propias y de otros países.
3. Actividades en espacios culturales como museos, bibliotecas, parques, etc. que “permitan ampliar las posibilidades para el mejoramiento de la calidez de vida urbana”.
4. Informar y facilitar el acceso a redes de apoyo en ámbitos como la salud, vivienda y educación.
5. Facilitar el diálogo entre niños y niñas migrantes para que cuenten sus experiencias.
6. Intercambio de experiencias entre niños en distintos formatos: fotografías, teatro, documentales, trabajo físico y corporal.
7. Fortalecer espacios de sensibilización y aprendizaje para niños y niñas pertenecientes a la comunidad de acogida.
8. Capacitar a adultos, niños y niñas en temáticas sobre migración y refugiados.
9. Reflexionar sobre la interculturalidad.
10. Para medios de comunicación: coberturas mediáticas “libres de prejuicios, estereotipos y generalizaciones”.

 

Un ejemplo: El trabajo de Cruz Roja

Los colegios e institutos son, en muchas ocasiones, los principales espacios donde se ponen en marcha este tipo de actividades. En ocasiones recae en ellos demasiada carga cuando las políticas públicas son ineficaces o lentas.

También existen organizaciones sin ánimo de lucro que realizan actividades en centros escolares para fomentar el conocimiento de esta realidad de los menores migrantes. Rocío Pichardo, de Cruz Roja Huelva, explica que esta ONG trabaja a dos niveles. Con las personas migrantes y con el entorno.

Huelva es una provincia con una población inmigrante importante que viene atraída por la agricultura. En el caso de las familias migrantes, existe un equipo psicológico que atiende de manera más individualizada a cada núcleo. Existen casos de adolescentes y menores con “poca adaptabilidad” que requieren ese apoyo. La nacionalidad también es un factor clave, según su experiencia.

En el segundo nivel, Cruz Roja se ha especializado en programas de sensibilización con escolares de quinto y sexto de Primaria. “Cada mes hacemos alguna actividad en colegios relacionados con el día de contra la discriminación racial, el Día de la Paz o de los Derechos Humanos. Y también cada mes tenemos el día de las lenguas internacionales”.

Entre esas actividades en colegios, también realizan encuentros con personas que viven en el centro de refugiados. “Esas historias de vida genera mucho impacto en los niños y niñas cuando estas personas le explican cómo han llegado, o si se han sentido alguna vez rechazadas y qué sentimientos les ha provocado ese rechazo. Son actividades muy bonitas”, explica Rocío Pichardo.

Bonitas y efectivas. El año pasado algunos de estos escolares quisieron ser parte activa para poder ayudar a las personas migrantes y convertirse en sus “padrinos y/o madrinas”. “Es una manera de que integren el respeto y tolerancia hacia esas otras nacionalidades, en un proceso evolutivo que les va a marcar para el futuro”.

¿Y qué hacemos en casa?

Pero en casa también podemos fomentar el diálogo y ese intercambio, tanto si somos familia migrante como si a nuestra comunidad llegan familias de otros países o comunidades. Con los más pequeños, por ejemplos, se pueden hablar de ello a través de los cuentos. Los niños y niñas nacen sin prejuicios. Es el mundo adulto el que va plantando determinadas semillas que les hará ver el mundo de una u otra forma.

Creo que merece la pena apostar por una semilla libre de prejuicios hacia la diversidad y llena de amor y tolerancia hacia el resto de la sociedad, proceda de donde proceda.