Manchas blancas en la cara, un síntoma de la dermatitis atópica

Al final del verano es normal ver a niños y niñas muy morenitos con la cara llena de manchas blancas. Manchas que a veces son diagnosticadas y tratadas como infecciones por hongos, cuando lo cierto es que se trata de un síntoma más de la dermatitis atópica denominada piritiasis alba o dartos acromiante.

Síntomas de la dermatitis atópica

Para diagnosticar una dermatitis atópica es necesario comprobar que se trata de un problema que afecta a la piel durante mucho tiempo, que aparece y desaparece a veces sin ninguna causa aparente y que se caracteriza por los típicos eczemas que pican en la cara de los bebés o en los pliegues de los niños mayores.

También es típico que el niño o alguien en su familia tenga otras enfermedades alérgicas como rinitis, asma o alergia a algún alimento. Además, para poder decir que un niño o una niña tiene una dermatitis atópica, debe haber otras tres manifestaciones consideradas criterios menores.

Es muy típico que tengan la piel siempre seca o con granitos, y en lugar de resultar sedosa y suave al tacto, parece que estás tocando un papel de lija. La palidez de la cara es también muy frecuente, o las ojeras, que a veces se interpreta erróneamente como cansancio o incluso anemia.

 

 

Los niños con dermatitis atópica suelen tener más tendencia a presentar infecciones de la piel. Si se rascan (es muy habitual porque pica), se pueden infectar los eczemas y complicarse aún más. Por eso, además de tratar la dermatitis para que no pique, es fundamental mantener las uñas cortas y una higiene adecuada de la piel.

Síntomas menos frecuentes

Hay hasta 23 síntomas menores propios de la dermatitis atópica. La mayoría afectan a la piel, pero también a los ojos, las mucosas o la inmunidad en general. Entre estos síntomas menores son frecuentes las dermatitis de las manos o de las comisuras de los labios (las boqueras).

 

 

Pero quizás una de las manifestaciones más curiosas y que llaman mucho la atención es la pitiriasis alba. Se trata de unas manchas blanquecinas que suelen aparecen en la cara y que son más frecuentes en otoño, ya que se hacen más evidentes si el peque se ha bronceado durante el verano. Suelen ser manchas bien delimitadas de piel más clara que el resto, de aspecto seco y que a veces presentan una descamación muy fina.

No son infecciones por hongos, pero es muy típico que se diagnostique como un hongo cuando en realidad es una falta de pigmento en la piel. 

¿Qué hay que hacer?

En primer lugar, hidratar bien la piel con los productos que usemos habitualmente para la dermatitis. En casos más serios se puede usar algún corticoide suave, pero si las manchas están en la cara hay que valorar muy bien si es realmente necesario el tratamiento.

Los efectos secundarios de los corticoides pueden ser mayores en la delicada zona de la cara y los riesgos pueden no compensar los beneficios. Al fin y al cabo se trata de un trastorno benigno poco molesto, ya que no suele picar, y que acabará desapareciendo con el tiempo.

Es muy importante asegurar una adecuada protección. En la propia mancha blanca, para evitar quemaduras, y en las zonas adyacentes para que no se acentúe más la diferencia de tono de la piel.

 

 

Como la dermatitis atópica aparece muy pronto (incluso con 3 ó 4 meses de vida), suele ser la primera manifestación de esa tendencia alérgica en el peque. Más adelante irán apareciendo los síntomas propios de la alergia a la leche o al huevo, el asma alérgico o la rinitis.

Si tu hijo o hija tiene dermatitis atópica y le has notado unas manchas blanquecinas en la cara, no te preocupes. No tiene anemia, ni un hongo, ni una alergia nueva. Es una manifestación más de su dermatitis. Es un proceso benigno, poco molesto y fácil de tratar con las cremas habituales y el protector solar, aunque los resultados a veces se hagan esperar.

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