El sufrimiento emocional extremo en la infancia puede desembocar en psicopatía en la edad adulta

El sufrimiento emocional intenso y/o continuado en la infancia tiene consecuencias a largo plazo. Un estudio de investigadores del Hospital del Mar (Barcelona) determina que el estrés que sufre el niño en esas situaciones puede provocar que su cerebro madure con un patrón diferente al habitual. Y esto puede derivar en la edad adulta en un trastorno de la personalidad o, como se conoce vulgarmente, psicopatía.

En Criar Con Sentido Común hemos abordado en diversas ocasiones la importancia de la salud mental y emocional de los menores desde que nacen. Nuestras expertas, con las que podéis contactar a través de la Tribu CSC, contestan a diario cuestiones relacionadas precisamente con una crianza respetuosa en todos los sentidos.

¿Por qué? Pues porque el sufrimiento psicológico y emocional infantil deja huella a lo largo de toda la vida del menor. Las heridas de la infancia nos hacen sufrir de adultos y, por eso, hay que curarlas (o trabajar en su curación). En algunos casos, si el sufrimiento emocional en la infancia es extremo, puede tener un impacto muy grande en el menor y provocar que este desarrolle el trastorno de la personalidad antes mencionado. Al menos es la tesis de este estudio del Hospital del Mar.

El estrés por el sufrimiento emocional en la infancia provoca cambios en el cerebro

El estudio se publicó en 2018 en la revista especializada Psychological Medicine. Se trata de una revisión de más de 400 artículos publicados en revistas científicas. Estos artículos analizan el cerebro de las personas con psicopatías gracias a imágenes obtenidas por resonancia magnética. Esas imágenes demuestran que las personas con trastorno antisocial sufren una hipermaduración o maduración acelerada de determinadas zonas del cerebro y esto afecta a su capacidad para la detección y manejo de las emociones.

 

 

La psicopatía da lugar, según este estudio, a un tipo de personalidad que se caracteriza “por una disfunción emocional insensible como por un comportamiento desviado que afecta a la sociedad en forma de acciones que dañan a los demás“. La ciencia lleva años buscando datos y argumentos para apoyar que existe una base neurobiológica en la psicopatía. Algunos estudios ya habían detectado “alteraciones cerebrales” que supuestamente subyacen a la enigmática personalidad psicópata.

El estudio español está liderado por Jesús Pujol, director de investigación de la Unidad de Resonancia Magnética del Servicio de Radiología del Hospital del Mar y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y CIBERSAM, en colaboración con Narcís Cardoner, de la Corporación Sanitaria Parc Taulí.

“El psicópata puede ser el resultado de un estrés emocional en las primeras fases de la vida, que provoca la hipermaduración de las estructuras del cerebro implicadas en los sentimientos y la toma de decisiones”, explica Jesús Pujol. 

 

 

¿Cómo es la morfología del cerebro del psicópata?

Lo que se ha encontrado en la revisión de la literatura científica, es que el cerebro de los psicópatas presenta indicios de una hipermaduración durante la infancia. Esto protege al niño o niña del sufrimiento emocional en la infancia, pero dificulta que gestione sus emociones. Aunque esto, no obstante, no les impide ser plenamente conscientes de sus actos.

Según la investigación del Hospital del Mar, las imágenes por resonancia magnética han detectado alteraciones anatómicas del cerebro. Estas consisten en una aparente reducción de la substancia gris, que en realidad es debida en buena parte a un proceso de mielinización excesiva o incremento de substancia blanca, compatible con esta maduración acelerada. Las zonas más afectadas son el sistema frontal-basal y temporal anterior y el frontal medial y cíngulo posterior, que relacionan los estímulos externos con las reacciones y los sentimientos.

Los investigadores afirman que el cerebro humano se protege del estrés emocional en las fases más tempranas de su desarrollo madurando de forma acelerada. Esto permite al niño/ una mayor capacidad para tolerar el sufrimiento y evadirse. Pero esto, a la vez, “tiene efectos secundarios en forma de falta de escrúpulos y de remordimientos, no tienen freno emocional”, explica Pujol.

 

 

Sin embargo, esto no implica que haya afectación en la capacidad de razonamiento:

“Tienen sentimientos, a pesar de parecer fríos emocionalmente. La asociación entre emoción y cognición durante la toma de decisiones está bloqueada, su cerebro se puede catalogar de diferente, anormal, pero son responsables de lo que hacen, de sus actos”.

El cerebro cambia no solo por el sufrimiento emocional en la infancia

Curiosamente, la revisión también apunta a otro factor relevante en los cambios cerebrales en el caso de los psicópatas. Y no está relacionado con la infancia. Se trata del uso de esteroides anabólicos androgénicos durante un largo periodo de tiempo.

Estos esteroides se suelen utilizar para mejorar el rendimiento deportivo o incrementar la masa muscular. Pero, según el estudio realizado por los investigadores del Instituto del Mar, está comprobado que en estos casos “el comportamiento de estas personas cambia, con una tendencia hacia los estallidos violentos y una falta de control“.

Los autores creen que este estudio abre el campo para seguir investigando sobre la relevancia del estrés en la etapa infantil en el desarrollo del cerebro. Y en estudiar, a su vez, el papel potencial de las hormonas androgénicas en el desarrollo de anomalías corticales.

 

 

Traumas infantiles y violencia

Una de las primeras personas que relacionó el sufrimiento emocional en la infancia y la delincuencia fue la psiquiatra Dorothy Otnow Lewis. Su obra más conocida es “Guilty by reason of insanity: a psychiatrist explores the minds of killers”, de 1998.

A lo largo de su carrera, esta psiquiatra ha investigado la procedencia de los comportamientos de asesinos en serie y otros delincuentes violentos. Y concluyó que la mayoría de ellos procedía de familias o entornos muy tóxicos. Habían sufrido violencia, abusos y, en mucho de los casos, habían ocultado esos episodios porque eran niños “y nadie los iba a creer”. Su teoría es que un psicópata no nace como tal, sino que son muchos factores externos, entre ellos el sufrimiento extremo emocional en la infancia como el derivado de un abuso o maltrato, lo que les hace actuar así.

 

 

Según esta experta, existe todo un conjunto de patrones recurrentes que demuestran que los factores externos juegan un papel clave en la creación de la personalidad psicópata y, hasta cierto punto, muestra las razones de sus acciones. Doroty Otnow Lewis ha sido testigo en muchos juicios contra asesinos y se ha entrevistado con muchos de ellos en la cárcel. Recientemente se ha estrenado un documental sobre su figura y sus esfuerzos por comprender la mentalidad de las personas dañadas: “Crazy, not Insane” se basa en el archivo de la especialista y en las muchas horas de entrevistas grabadas realizadas durante décadas por Lewis a algunos de los asesinos en serie más conocidos del siglo XX.

 

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