Durante el embarazo, hay diferentes enfermedades que si se contraen pueden ser peligrosas para la madre o para el bebé. Así, pueden provocar un parto prematuro o bajo peso al nacer, afectar a su desarrollo…

Este post se publicó originalmente el 18/09/2019 y ha sido actualizado en fecha 15/03/2025
Desde agosto de 2019 es raro quien no haya oído hablar de la listeria tras la alerta sanitaria por brote surgido en Andalucía. De hecho, a raíz de esto la información sobre la higiene alimentaria de la población general mejoró, porque aunque el foco partió de un producto contaminado de fábrica, empezamos a ver cómo en nuestro día a día debemos tomar unas medidas para evitar lo que se conocen como infecciones toxoalimentarias como la listeriosis.
Es decir: contraer una enfermedad a través de comida contaminada, que puede ir desde una gastroenteritis leve hasta una salmonelosis o una listeriosis. Vamos a desgranar esta última, puesto que si una gestante la contrae existe un alto riesgo de que su bebé también la padezca.
Propagación de la listeriosis
La listeriosis es un enfermedad infecciosa producida por una bacteria llamada Listeria monocytogenes. Esta bacteria es muy resistente en el medio ambiente y también en los alimentos, incluso refrigerados, por lo que es fundamental su control.
El contagio de la listeriosis se produce por consumo de alimentos contaminados por la bacteria, pero no de persona a persona. El tiempo de incubación, desde que la bacteria entra al organismo hasta que produce la enfermedad, es normalmente de 3 semanas pero puede llegar hasta 70 días. No provoca inmunidad, por eso puedes padecerla más de una vez.
Es una enfermedad poco frecuente y, en la mayoría de casos, no reviste gravedad. La sintomatología es similar a la de la gripe o la gastroenteritis. Sin embargo en embarazadas, personas mayores, niños pequeños y personas inmunodeprimidas, sí puede ser grave y causar meningitis y encefalitis.
Requiere tratamiento con antibióticos y en ocasiones, si el cuadro es severo, hospitalización para atender a la persona afectada. En realidad se producen pocos casos al año, concretamente en el 2017 en España hubo 284 casos confirmados, pero con una mortalidad ese mismo año del 14% en Europa.
Listeriosis durante el embarazo
Se califica a la gestante con un riesgo superior de padecer esta infección (se calcula que el riesgo es entre 10 y 24 veces mayor) por factores como el descenso de las defensas naturales a lo largo del embarazo.
Puede originar un aborto en las mujeres embarazadas o un cuadro de listeriosis congénita en el recién nacido. Se describen dos formas: temprana, por una infección generalizada en el recién nacido prematuro; y tardía, por meningitis en el bebé a término de más de 3 días de vida.
Si había dicho que la listeriosis es infrecuente, aún menos lo es la infección neonatal, pero de unos años a esta parte hay hospitales españoles con unidades de neonatología que han reportado un aumento de casos. Concretamente, en los últimos 5 años, han pasado de 0,07 a 1,97 infecciones por cada 1000 niños que nacen. Cabe mencionar que los casos que se describen tienen en general buen final, pero no sin antes haber pasado por ingreso y tratamiento intensivo.
No deja de ser algo sorprendente que en el momento actual, con buenos controles de calidad e higiene en la elaboración de los alimentos, nos encontremos con un repunte de esta infección. Si analizamos las causas, hay muchos factores que influyen:
- Algunos de ellos no están en nuestras manos, como lo agresiva que sea la bacteria que campa a sus anchas por un trozo de queso o si el estado del sistema defensivo del que se lo come está un poco “flojo”. También contribuye el incremento en el consumo de productos precocinados o que la información que tienen las mujeres sobre este tema sea deficiente, ya que los agentes de la salud somos los responsables de facilitarla de manera adecuada, siendo preciso hacer hincapié en la educación sanitaria para una correcta prevención.
- Otras causas que si están a nuestro alcance, precisamente en nuestras MANOS: las medidas de higiene básicas que a veces caen en el olvido por las prisas o «porque siempre se ha hecho así y no pasa nada», como el lavado de manos mientras cocinamos y/o antes de comer, etc.
Medidas de prevención
La listeria se destruye principalmente con el calor: a partir de los 65 grados muere, de ahí la insistencia en evitar alimentos crudos, cocinar bien los alimentos y calentar hasta que humeen las sobras o los platos precocinados.
La congelación no asegura que todas las bacterias que pudiera haber mueran, por lo que no es una medida preventiva adecuada. Lo que sí es cierto es que el frío evita el crecimiento de estos «bichos», por lo que es básico mantener la nevera en correcto funcionamiento, respetar la cadena de frío de la comida y refrigerar en menos de 2 horas lo que no vayas a consumir al momento (no, no es malo hacer esto, que seguro que lo oyes en algún momento, es la forma adecuada de conservar la comida cocinada).
También hay ciertos alimentos que debemos evitar:
- Leche y derivados sin pasteurizar (en el etiquetado indica si la leche ha sido pasteurizada o no).
- Carnes, pescados, mariscos, mejillones, ostras, almejas… CRUDOS.
- Brotes vegetales CRUDOS (soja, alfalfa, etc.).
- Fruta cortada mantenida a temperatura ambiente (más de 4 h.).
- Patés y untables a granel.
- Fiambres sin refrigerar ni cocinar adecuadamente (salchichas, jamón cocido, etc.).
- Postres caseros que lleven en su elaboración huevo crudo (helados, tiramisú, merengue, etc.), así como mayonesas caseras.
- La corteza del queso.
En cuanto al lavado de manos, debe realizarse con agua y jabón, secando preferiblemente con papel desechable o toalla/trapo que se cambie a diario, y debe realizarse:
- Al volver a casa.
- Después de ir baño (hacer pis y/o cacas).
- Tras cualquier contacto con tierra.
- Antes de cocinar.
- Al cambiar de alimento mientras cocinamos. Por ejemplo: si pasamos de un alimento crudo, como una carne, y vamos a tocar la lechuga.
- Al acabar de cocinar.
Sobre la manipulación de alimentos:
- Los vegetales deben lavarse bajo el grifo, incluso aunque vayamos a pelarlos. Si son alimentos para comer en crudo hay que sumergirlos en agua con lejía apta para desinfección de agua (suele ser la de botella amarilla), con una dilución de una cucharadita de postre por cada 3 litros de agua durante 5 minutos. También podemos usar productos específicos para desinfección alimentaria, siguiendo siempre las instrucciones que especifiquen. En cuanto a las frutas y verduras, debemos conservarla preferiblemente en los cajones de la nevera. Si están cortadas, las taparemos con film y las almacenaremos en la nevera menos de 3 o 4 días.
- Para evitar la contaminación cruzada directa, la que se produce cuando los alimentos entran en contacto y se contaminan entre sí, debemos evitar que alimentos cocinados y crudos se junten. La contaminación cruzada indirecta se produce en cambio cuando los utensilios de cocina contaminados entran en contacto con alimentos crudos o cocinados, por lo que debemos limpiar bien las herramientas de cocina cuando pasamos de un alimento a otro.
- Las sobras de comida se deben refrigerar en recipientes de poca altura, mejor pequeños que grandes (para que se enfríen con más facilidad). Hay que meterlas al refrigerador antes de que pasen 2 horas y evitar guardar comida más de 3 días. También debemos calentarla bien antes de ingerirla, hasta que humee (debe calentarse de forma homogénea, prestando especial atención si usamos microondas).
En la cocina también tenemos que mantener ciertas medidas básicas:
- Limpiar las superficies de la cocina con productos desinfectantes. La lejía diluida es una opción, pero actualmente podemos encontrar en el mercado limpiadores menos agresivos y más fáciles de usar que desinfectan con garantías.
- Cambiar los trapos de cocina a diario (o con más frecuencia, si se precisa), sobre todo los húmedos ya que pueden llegar a contener millones de gérmenes y son un caldo de cultivo ideal para reproducirse.
- Los utensilios de cocina deben lavarse adecuadamente, no vale con darles una pasadita con agua, hay que frotar con agua y jabón después de cada uso. No se debe cortar con el mismo cuchillo un pescado y después un tomate, por ejemplo.
- El uso del lavavajillas es una buena opción.
- Es preferible evitar los utensilios de madera, sobre todo las tablas de corte, puesto que son más difíciles de limpiar correctamente.
Más específicamente, las medidas de precaución para la nevera son:
-
- Mantener el frío adecuadamente, de forma que la nevera se mantenga por debajo de los 4 grados.
- Mantenerla limpia.
- Los recipientes que contengan la comida han de estar correctamente cerrados, ningún alimento crudo tipo carne/pescado debería estar al aire.
- Ordenar la nevera de forma que se evite el contacto de los productos crudos con la comida cocinada.
A la hora de comer fuera de casa:
- Elegir establecimientos de confianza, que cuiden las medidas de higiene al preparar la comida.
- Si preparamos y transportamos nuestra comida, usaremos recipientes herméticos aptos para uso alimenticio.
- Sacar el envase lo más tarde posible del frigorífico.
- Respetar la cadena de frío, usando neveras portátiles.
Y, por último, los precocinados:
- Revisaremos siempre que el etiquetado sea correcto.
- Respetaremos la fecha de caducidad.
- Evitaremos consumir precocinados fríos que contengan alimentos crudos (pescados ahumados, fiambres, huevos, salsas, etc.).
- En el caso de embutidos y fiambres, es preferible comprarlos ya envasados (precortados y envasados desde fábrica) y en cantidades pequeñas. Se recomienda que este tipo de alimentos se coman mejor calientes o cocinados.
- Mantendremos las medidas básicas sobre la correcta manipulación de alimentos.

Y, en cualquier caso, una vez que cumplamos las medidas de prevención, mantendremos una postura de tranquilidad. En cualquier caso, si tienes alguna duda, en la Tribu CSC puedes consultar online a nuestro equipo de expertos/as en salud materno-infantil.
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Tranquilidad y sentido común
¡Después de hablar tanto de infección, bichos y limpieza me dan ganas de entrar a la cocina a estilizarlo todo! Estoy segura de que más de una embarazada estará pensando lo mismo… ¡Stop! Rebobinemos un momento ¿recordáis lo poco frecuente que es la enfermedad?
Bien, pues no se trata de que de repente nos entre un estrés colectivo por evitar a toda costa algo que ya estaba ahí antes y que no hemos pillado en nuestros taitantos años. Vamos a repasar las medidas higiénicas comentadas y a implementarlas en nuestro día a día con sentido común.
Así lograremos disminuir aún más el riesgo de listeria, con tranquilidad. Y todavía mejor: no solo durante la gestación, si no manteniendo losbuenos hábitos y trasmitiéndolos a nuestro entorno.
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