El 1 de agosto se celebra el Día Mundial de la Alegría, sin embargo, desde Criar con Sentido Común queremos recordar y hacer hincapié en que todas las emociones, y no solo las más placenteras,…
Invalidar las emociones en la infancia puede tener consecuencias en la salud mental de nuestros hijos. Algunos estudios científicos señalan que minimizar los sentimientos de niños, juzgarlos o culparlos por lo que sienten está relacionado con un mayor riesgo de autolesiones en la adolescencia o con el trastorno límite de la personalidad.
¿Qué pasa cuando invalidan tus sentimientos? Los seres humanos somos seres emocionales. No hay emociones buenas ni malas. Cada una tiene su función. Sin embargo, no tener en cuenta esas emociones o restarles importancia tiene un impacto en todos, niños y niñas, adolescentes y adultos.
En muchas ocasiones no se tienen en cuenta las emociones de los menores. Se les resta importancia o se les niega esas sensaciones porque no llegamos a comprenderlas y desde nuestro punto de vista carecen de importancia. Pero eso tiene un impacto en ellos, cuya huella a veces es más profunda de lo que pensamos.
¿Qué es invalidar en psicología?
Para entender qué es invalidar las emociones en la infancia primero debemos saber qué es validarlas. La validación emocional es un proceso de aprendizaje, entendimiento y expresión de la aceptación de la experiencia emocional de otro individuo o de uno mismo (autovalidación emocional).
Cuando rechazamos, ignoramos o ponemos en tela de juicio los sentimientos de otra persona se produce la invalidación emocional. A veces actuamos de forma inconsciente pero el sentimiento de incomprensión por parte del otro será igual. En muchas ocasiones, no aceptamos nuestros propios sentimientos y eso también es invalidar, emocionalmente hablando.
Invalidación emocional: Consecuencias en la infancia
Nuestra psicóloga infantil y logopeda, Elena Mesonero (a la que podéis consultar en la Tribu CSC), explica que validar las emociones de nuestros hijos “hace que se sientan comprendidos y encuentren en nosotros una fuente de ayuda para aprender a gestionarlas de manera adecuada”.
Por el contrario, invalidar sus emociones restándoles importancia consigue el efecto contrario: “Los niños sentirán que sus emociones no son valiosas, les costará manejarlas sin ayuda y perderemos una oportunidad única para establecer con ellos un canal de comunicación eficaz”.
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Es decir, si no revertimos esta situación, iremos perdiendo la conexión con nuestros hijos mucho antes de que esta sea lo suficientemente sólida para aguantar vaivenes. Además, diversos estudios científicos apuntan que invalidar emociones en la infancia tiene consecuencias en su salud mental.
Hay una “fuerte asociación” entra la validación de los padres, la invalidación y las autolesiones en la adolescencia
Uno de estos estudios lo realizaron investigadores de la Universidad de Washington. Estos pretendían saber hasta qué punto la validación e invalidación emocional influía en las autolesiones de los adolescentes. 38 adolescentes y sus padres participaron en 3 evaluaciones a lo largo de 6 meses.
“Una teoría destacada para comprender el desarrollo de la autolesión es la teoría biosocial. Según la teoría biosocial, la dificultad grave y persistente para regular las emociones se considera el principal factor contribuyente relacionado con las autolesiones.
Se cree que la dificultad para regular las emociones se desarrolla en la infancia en función de la transacción entre una predisposición biológica a la reactividad emocional por parte del niño y un entorno interpersonal invalidante. El entorno invalidante se define como aquel en el que la comunicación de la emoción se encuentra con respuestas del cuidador que son inconsistentes, inapropiadas para la emoción expresada y/o minimizan la importancia de la experiencia emocional.
Como resultado, el niño, que ya es propenso a fuertes reacciones emocionales, no desarrolla habilidades adecuadas de regulación de las emociones, ya que se pierden oportunidades para la co-regulación y la enseñanza de la desescalada emocional. Dentro de este paradigma, los adolescentes que experimentan respuestas invalidadoras del entorno también pueden responder aumentando las emociones y los comportamientos en un intento de ser tomados más en serio, creando un ciclo coercitivo de interacciones que alimentan la reactividad emocional y la autolesión”, manifiestan los autores en su estudio.
Los autores detectaron una “fuerte asociación” entra la validación de los padres, la invalidación y las autolesiones en la adolescencia. También analizaron la ideación suicida de los participantes pero no encontraron “asociaciones significativas” con invalidar emociones en la infancia.
Otro estudio reciente de la Universidad de Singapur confirma que invalidar emociones en la infancia está directamente relacionado con el desarrollo del trastorno límite de la personalidad. En él se realiza un metaanálisis de 21 investigaciones y se centraron en la invalidación materna y paterna.
“Se ha postulado que la invalidación infantil está implicada en el desarrollo del trastorno límite de la personalidad (TLP), según el modelo biosocial. A pesar de su importancia, la mayoría de las revisiones sistemáticas y los metanálisis se han centrado en examinar las asociaciones entre las formas extremas de invalidación, como el abuso sexual y el TLP. No obstante, las personas pueden experimentar niveles de invalidación de los padres de leves a severos, con o sin abuso” – explican los autores– “Este estudio examinó la relación entre la invalidación de los padres como una construcción general y los síntomas del TLP, sintetizados en 21 estudios […] La invalidación materna, paterna y general de los padres se asoció positivamente con los síntomas del TLP“.
Y un par de datos curiosos que destacan los investigadores fueron que las madres invalidaban más que los padres y que los hijos varones sufren más los efectos de la invalidación emocional de sus progenitores que las niñas.
“El tamaño medio del efecto de la invalidación materna fue mayor que el de la invalidación paterna. También investigamos si las asociaciones entre la invalidación de los padres y el TLP estaban moderadas por el género, la edad y la cultura del niño (grado de individualismo). La invalidación de los padres y la asociación de síntomas de TLP fue moderada por el sexo del niño, y se encontraron tamaños de efecto más grandes para muestras con una mayor proporción de hombres. La edad y la cultura no moderaron la asociación entre la invalidación de los padres y el TLP”.
Por otro lado, la invalidación emocional en la infancia también tiene un impacto importante en la autoestima. Infravalorar a nuestros hijos e hijas cuando son pequeños influye en el correcto desarrollo de la autoestima, y una baja autoestima puede derivar en conductas violentas y autolesiones. También pueden afectar al modo de relacionarse con los demás (timidez extrema) o incluso influir en trastornos de conducta alimentaria.
En este sentido, investigadores de la Universidad de Ámsterdam señalan que la autoestima es clave para el rendimiento académico y las relaciones sociales de los pequeños. Y cualquier alteración afecta a la psicopatología infantil y adolescente. De ahí la importancia de promover la autoestima en los niños.
¿Qué es ser invalidado en la infancia?
En muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de que nuestra respuesta supone invalidar las emociones en la infancia. Pero que no seamos conscientes no nos resta responsabilidad.
Hay distintas formas de invalidar a nuestros hijos. Estos son ejemplos de frases que invalidan:
- Minimizando sus emociones: “¿Por qué te pones así, no es para tanto?”.
- Al juzgarles y hacer un juicio despectivo: “¿De verdad estás llorando por esa tontería?”.
- Castigos y amenazas: “Como sigas gritando (llorando, molestando, etc.) te voy a castigar”.
- Culpabilizándoles: “¿Ya estás llorando? ¡Estoy harto/a de este tema!”.
- Desinterés: “No entiendo por qué estás así” (desconexión).
- Evitar el tema: “Mejor dejamos este asunto y hablamos de otra cosa”.
Los padres o madres que invalidan, incluso aunque lo hagan inconscientemente, a veces provocan una sensaciones tan negativas en los peques que acaban ocultando o disimulando sus sentimientos. Y eso nos pasa también a los adultos cuando disimulamos que algo nos disgusta, nos molesta o nos pone tristes.
¿Cómo validar las emociones de nuestros hijos?
¿Cómo validar a una persona? La validación de las emociones está relacionada con uno de los principales fundamentos de la Disciplina Positiva, la conexión. Es importante entender que nuestros hijos tienen derecho a enfadarse, a sentir rabia o tristeza… y a poder expresarlas. Y que nosotros no debemos neutralizar ni invalidar esas emociones de la infancia, sino acompañarlas. Conectar con ellos y decirles con palabras, con gestos, con amor… que nos importan y que estaremos siempre a su lado.
Los pasos a seguir para validar una emoción:
- Ponle nombre a la emoción.
- Valida lo que siente.
- Explica qué vais a hacer para intentar resolver lo que le pasa.
- Ofrécele una alternativa viable y atractiva.
El último consejo es paciencia. Al principio puede costar trabajo pero es necesario hacerles ver a nuestros hijos e hijas que estamos con ellos, que sus sentimientos importan y que los vamos a acompañar.
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