El miedo a hacerle daño al bebé: ¿Qué es la fobia de impulsión en la maternidad y cuáles son sus causas?

Pensamientos intrusivos o fobia de impulso

Según la psicóloga perinatal de Criar con Sentido Común, Mamen Bueno, nos ofrece algunos ejemplos de fobia de impulsión:

Te asomas a la ventana y se te pasa por la cabeza la duda de ¿qué ocurriría si me tirara? Nunca has tenido ideas suicidas, ni te plateas hacerte daño.

Estás estudiando, de repente notas una palpitación en el pecho, y no puedes parar de pensar que ‘me va a dar un infarto’.

Tienes a tu bebé en brazos, y de repente piensas en hacerle daño…”.

Pensar que sería capaz de hacer daño a su bebé es algo que impacta y sobrecoge a la madre que se ve asaltada por este tipo de pensamientos.

Una idea de este tipo, evidentemente, asusta e incluso nos puede hacer plantearnos nuestra salud mental.

“Piensas de ti que eres una persona horrible. Te empiezas a preguntar ¿seré capaz de hacer esto que pienso? ¿Va a ocurrir esto que pienso? ¿Pensar en esto hará que ocurra?

Para tu tranquilidad te diré que no eres una mala persona, no estás perdiendo la cordura, no vas a cometer ninguna atrocidad y, en el fondo, ni siquiera deseas lo que piensas“, declara la especialista.

Lo que te está pasando es lo que en psicología se llama fobia de impulsión o fobia de impulso, aclara Bueno.

“Son pensamientos de carácter intrusivos que suelen estar relacionados con seres queridos, con una misma (o la idea que tenemos de nosotras mismas), con cosas que apreciamos mucho y con animales de compañía que son importantes para nosotras.

Estos pensamientos aparecen de forma repentina, y sobre cosas inapropiadas. El contenido suele ser de tipo agresivo, sexual o blasfemo. Usualmente están relacionados con tener accidentes mortales, agresiones, atracos… Tanto sufrirlos como perpetrarlos”.

¿Cómo saber si tengo fobia de impulsión? Algunos ejemplos del tipo de pensamientos que caracterizan la fobia de impulsión son ir conduciendo y tener miedo a provocar un accidente o sufrirlo; pensar que alguien va a morir por pensar en su muerte, que podemos agredir o hacer daño a otras personas que queremos… “Un pensamiento típico que suele aparecer en el posparto es el hacer daño al bebé. Asustan mucho, evidentemente”, añade la experta.

¿Qué es lo que me ocurre? ¿Soy capaz de hacer daño a mi bebé?

Los pensamientos intrusivos no significan “que te vayas a trastornar, ni que seas una mala persona”, aclara nuestra psicóloga. “Son un síntoma de ansiedad desmesurada. Como lo puede ser la presión en el pecho, la sudoración, las taquicardias, la sensación de falta de aire o tener un ataque de pánico”.

“Asustan, entre otras cosas, porque no se suele hablar de ellos. No se entiende porqué aparecen. Si se habla de ellos el entorno no suele entenderlo. Al final se viven en silencio, lo que aumenta la angustia y se crea un círculo vicioso del que es difícil salir sin ayuda”.

Pero “que no se hable de ellos no significa que no existan, y que no se sientan los efectos de los mismos en forma de más ansiedad y mucha perturbación“, incide Mamen Bueno. Según la psicóloga perinatal, “es precisamente ese silencio y ostracismo sobre el contenido de esos pensamientos lo que hace que se vivan con tanta angustia, miedo o pavor“.

La especialista subraya que “todas las personas hemos tenido un pensamiento de tipo intrusivo en algún momento. Lo que puede hacerlo más problemático es la respuesta a ese pensamiento”.

¿Soy una mala madre o una madre incapaz?

Mamen Bueno aclara que, lejos de ocurrir en personas crueles o perversas, este tipo de pensamientos se suele dar en personas que quieren hacerlo todo perfecto. Se trata de personas “con tendencia al control, un alto sentido de la responsabilidad y gran autoexigencia” que quieren “hacerlo todo bien” y tienen “unos valores y una moralidad de querer hacer el bien, querer complacer o evitar los conflictos”.

¿Por qué tengo fobias de impulsión?

Cuando las personas extremadamente perfeccionistas se enfrentan a momentos de de estrés y ansiedad (como puede ser una recién estrenada maternidad) “en los que sienten que la situación les supera” o la responsabilidad les desborda, suelen aparecer este tipo de pensamientos obsesivos.

“Por eso, por ejemplo, una madre que quiere hacerlo todo bien para el bienestar de su hijo, puede tener este tipo de pensamientos debido a la autoexigencia por querer hacerlo todo perfecto en un marco de mucho cansancio y falta de sueño.

Eso la hace pensar que es una mala madre o incluso que no merece ser madre. Que ese bebé no la merece como madre… Este tipo de pensamientos acarrean mucho sufrimiento, culpa, vergüenza y miedo. Y puedes acabar complicándose con una depresión puerperal“, explica Bueno.

Y es que las fobias de impulsión suelen ir contra todos nuestros valores. “Van contra lo que uno cree o quiere. Y van acompañados de mucha angustia, malestar y perturbación“, añade la especialista.

Cómo actuar cuando sucede

Según la experta, a las personas que padecen fobia de impulsión les cuesta dejar pasar el pensamiento y considerarlo “como uno más”, e intentan “querer evitarlo a toda costa y luchar contra él”.

“El querer que no aparezca, el intento de control es lo que le da más poder e intensifica, hace que aparezca con más frecuencia, aumentando la angustia, el dolor y la desesperación. Y como no se comparte, el malestar se vive en silencio provocando un gran impacto en la calidad de vida de la persona que los sufren”.

Entonces, ¿cómo superarlo? Nuestra especialista ofrece una serie de consejos:

• Lo principal es normalizarlo. Habla de ello con normalidad y busca información. Así “podrás ver que no estás perdiendo la chaveta, solo es ansiedad desmedida”.
• Considéralo una guía. Estos pensamientos te están indicando que estás sometida a mucha ansiedad. Puede que te cueste verlo y reconocerlo si “has normalizado un ritmo o unas responsabilidades que no te hacen bien”.
• Analiza qué está pasando en tu vida para que, justo en este momento, aparezcan estos pensamientos intrusivos o sean más intensos. “Quizá tengas una sobrecarga de tareas, más responsabilidad, más preocupaciones y/o más ansiedad”, señala Bueno. “Observa qué estados de ánimo aparecen más en función de las circunstancias o situaciones”.
• Por en marcha cambios para mejorar las circunstancias y tu estado de ánimo. Piensa en qué puedes delegar y si puedes pedir ayuda. Intenta tenerte más en cuenta a ti y tus necesidades: “Fíjate en si descansas lo suficiente, te hidratas y alimentas bien. Si tienes relaciones sociales satisfactorias, etc.”, recomienda nuestra experta.
• Busca ayuda. Habla con personas afines y de confianza, que puedan entenderte y ayudarte a encontrar la manera de hacer los cambios que necesitas. “Y desde luego, pide ayuda profesional. La combinación de psicoterapia y medicación puede significar un gran cambio en tu calidad de vida”, subraya la especialista.