La escuela infantil y el sentimiento de culpa

La separación de la familia es un momento duro para todos, pero a menudo nuestro ritmo de vida no nos deja opciones

Artículo publicado el 19 Jul 2020 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 2 septiembre, 2023

¿Por qué nos sentimos tan mal dejando a nuestros bebés en la escuela infantil? La respuesta es clara: porque no queremos dejarlos allí. Porque querríamos tenerlos con nosotras en todo momento y nos cuesta la vida separarnos de ellos. Y es que es uno de los pilares básicos de la crianza con apego seguro: evitar las separaciones prolongadas y continuas. Y, sin embargo, nuestra sociedad actual y la presión de la vuelta al trabajo nos lleva a ese momento duro y doloroso.

Cada vez que me he quedado embarazada he echado mano de la calculadora para ver cuántas semanas más podía arañar para quedarme más tiempo con mi bebé: las 16 semanas, más el extra del convenio de mi empresa, las vacaciones, días de asuntos propios y también sumando el permiso de lactancia en jornadas, en vez de reducir horas. Todo, para evitar la separación. Y todo me ha parecido siempre poco. Pero si no se tiene más remedio que acudir a una escuela infantil, más vale prepararnos para el momento.

 

 

Asumir la decisión

Hemos buscado todas las alternativas posibles. Hemos arañado los días que nos corresponden hasta el infinito. Desde 2019 se han sumado semanas para la pareja no gestante. Son 12 semanas que se pueden distribuir para que nuestro bebé esté con uno de nosotros algo más. Para mí no es suficiente.

Un bebé de menos de 12 meses debe estar con su madre. Pero nos quedamos sin opciones. En mi caso pude contar con los abuelos (y me siento afortunada), pero finalmente llegó el momento de recurrir a una escuela infantil con casi tres años. Y comenzaron los remordimientos.

 

Cuando mamá no puede más

 

Para empezar, me entraron mil dudas sobre dejar a mi pequeña con extraños, sin saber cómo se sentiría, si estaría bien. Pero era lo lógico. Habíamos pasado unos meses maravillosos sin separarnos y luego solo tenía que volver a casa del trabajo, abrir la puerta y escucharla decir “mami” tras pasar el día con alguien de su familia, que estaba 100% pendiente de ella.

A mí me ayudó mucho reconocer que no tenía otra opción cuando ya no pudo quedarse más con los abuelos. La resignación, en este caso, funcionó como una catarsis y me llevó al siguiente paso: buscar una escuela infantil idónea.

Busca y compara hasta que encuentres la escuela infantil ideal

Existen muchas escuelas infantiles, públicas y privadas; pero cada una tiene sus normas y recursos. Hay que partir de la base de que en España la educación no parece estar en los puestos altos de las prioridades de los responsables públicos, y si hablamos de escuelas infantiles, menos aún.

Lo ideal es hallar un centro cuya filosofía se centre en el bienestar del niño y en sus necesidades. Una escuela que sea humana, y en la que nuestros hijos e hijas se sientan como en casa; donde sean estimulados y compartan su tiempo con otros pocos niños.

En mi caso, encontramos una escuela infantil que respondía a casi todos estos elementos (casi todos, porque eran 18 en la clase, y aunque el ratio para niños de 2 a 3 años en España es de 20 menores por monitor, me seguían pareciendo demasiados).

 

 

Tenía un amplio patio con zonas de juego, un huerto y una filosofía que pone en el centro al menor: la mañana arrancaba siempre con una asamblea de todos los niños rodeando a la educadora para hablar de lo que iban a hacer ese día, cómo les había ido el fin de semana o plantear qué esperaban de la semana. Mis tres peques han ido a la misma escuela infantil.

Otro elemento clave es la relación con los padres. Ha de ser un centro que nos dé confianza y que tenga en cuenta que el periodo de adaptación es muy importante (y dejar participar a los progenitores en él también). Dos semanas duraba el de nuestra escuela, y en los primeros días (unas pocos horas) los padres podíamos estar en el aula con ellos.

Nuestra ansiedad se la transmitimos a los niños

La elección de una escuela infantil humana y cercana nos dará confianza, pero no eliminará las dudas de un plumazo. La sensación de que abandonamos a nuestros peques seguirá ahí al principio. El primer día de separación puede ser muy duro, pero hay que tener en cuenta que toda la ansiedad que tengamos se la transmitiremos a ellos.

“¿Si mi mamá se pone nerviosa y le cambia la cara dejándome aquí, por qué lo hace, por qué me deja y me abandona?”, pensarán ellos. No hay que mentirles, por supuesto, pero sí intentar hablarles con antelación de ese momento y de manera positiva (eso nos servirá a nosotros también para afrontar esa separación). Quizás un bebé de 6 meses no entienda exactamente lo que le estás diciendo, pero confiará en tu tono de voz y en tu sonrisa.

 

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En el momento de la despedida, no deberíamos huir, porque para ellos es como si desapareciéramos y puede incrementar su ansiedad. Es mejor hacerles ver que tenemos expectativas positivas y que nuestro deseo es que se lo pasen muy bien.

Y despedirnos siempre de ellos. Eso hicimos con nuestra hija mayor y la sorpresa fue mayúscula: el primer día, cuando nos vio a los dos en la puerta ansiosos por recogerla, se puso a llorar porque no quería irse. ¡Toma ya!

Compartir nuestros sentimientos con otras madres y padres, y no guardarnos esas sensaciones negativas, también pueden ayudarnos a asumir nuestra nueva realidad.

Pasar tiempo con ellos

Y no solo pasar el tiempo con ellos, también disfrutar de los momentos previos. La antelación a veces es muy gratificante: imaginar la carita y la sonrisa que nos encontraremos cuando los recojamos o dejarse llevar por las sensaciones que producirá el abrazo fuerte e incondicional cuando corran hacia nosotros.

 

 

Es una forma óptima de reconectar y aprovechar el tiempo con nuestros hijos. Eso les permitirá saber que, aunque durante unas horas nos separamos de ellos, el resto de nuestro tiempo lo compartimos y disfrutamos en su compañía. Beneficiará a su bienestar, autoestima y felicidad. Y tiene una consecuencia muy positiva para nosotros: podemos liberar nuestro estrés con ellos y olvidarnos de todo a su lado.

La alternativa a la escuela infantil: las madres de día

La figura de la madre de día está regulada en muchas comunidades. Se trata de profesionales cualificados que cuidan a los más pequeños en sus hogares, en espacios adaptados, con medidas de seguridad e higiene y cuyo trato es más personalizado porque se encargan de un máximo de cuatro niños.

 

 

Suelen basarse en los conceptos de respeto y confianza, y darle el cariño y la estimulación necesaria a nuestros hijos. Puede ser una muy buena opción para aquellos que prefieran un trato más personalizado aunque, elijamos la opción que elijamos, siempre nos sentiremos apenados por tener separarnos de nuestros hijos.

Eso es difícil evitarlo, y es lógico que nos pase.

 

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2 comentarios en "La escuela infantil y el sentimiento de culpa"

  1. Siento decirlo, pero me he sentido pobremente identificada y reflejada en el artículo. Es difícil empatizar cuando te hablan de la experiencia de dejar a tu hijo de 3 años, cuando la realidad de muchas familias es otra. Rara vez van a poder alargarlo más allá del.año del bebé. Muchas veces serán 6 meses, situación que apenas se nombra de pasada en el articulo. Y cuando tú tienes q dejar a tu bebé con 6 meses arañando días sin sueldo, pues el articulo, queriendo acercarse a través de la experiencia personal, en mi caso al menos ha logrado el efecto contrario, creando una distancia considerable con el contenido posterior y amplificando mi ansiedad y sentimiento de culpa. Aunque haya tips que sean aplicables a cualquier edad del bebé, la falta de identificación hacen difícil integrarlos. He echado de menos por tanto que el artículo reflejase explícitamente más realidades.

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