Las 10 cosas que no pueden dejar de hacer los niños en verano

Te voy a proponer un juego. Echa la vista atrás. Unos 8 o 10 años antes de tener hijos. ¿Te parece que ha pasado mucho tiempo? O, por el contrario, tienes la sensación de que el tiempo ha pasado volando. El tiempo pasa igual de deprisa cuando tienes hijos/as y, en un abrir y cerrar de ojos, se convierten en adolescentes y cierras la puerta de la infancia para siempre. Por eso es importante hacer con ellos cosas que no pueden dejar de hacer los niños… mientras siguen siendo niños.

En algún lugar leí que debíamos hacer memorable la infancia de nuestros hijos. Memorable quizá me resulta algo pretencioso. Pero sí merece la pena que nuestros peques disfruten de una infancia llena de experiencias que puedan almacenar en forma de recuerdos el día de mañana. Porque somos memoria y, todas aquellas cosas bonitas que vivimos quedan registradas, en el mejor de los casos, para siempre.

Así que, procuremos a nuestros hijos e hijas parte de esos recuerdos felices. Y el verano es una gran época para ello. En la Tribu CSC siempre lo repetimos: no es necesario un gran viaje ni una experiencia exótica. Basta con poner el foco en las pequeñas cosas que la vida nos ofrece.

 

 

Las 10 cosas que no pueden dejar de hacer los niños en verano

Hoy os invitamos a crear recuerdos con este pequeño puñado de ideas para que tus peques hagan cosas que no pueden dejar de hacer los niños:

Ver una puesta de sol o amanecer

Quizá suene tópico, pero ver una puesta de sol o un amanecer es de las actividades más fascinantes que podemos hacer con nuestros hijos e hijas. Aprovechar esos minutos para estar en calma, conectando con ellos, acariciándoles el pelo, respirando atentos cada olor que la naturaleza nos ofrece y sintiendo la brisa se puede convertir en un recuerdo imborrable.

Aprender a silbar o a chasquear los dedos

O cualquier otra habilidad que no sepan hacer y cualquier habilidad que nosotros tampoco sepamos hacer como bailar el hula hop, hacer una coreografía, hacer rebotar piedras en la superficie de un río, o el bottle flip. Todo vale con tal de aprender algo nuevo que nos divierta. El aprendizaje puede ser bidireccional, de manera que nosotros les enseñemos algo y ellos a nosotros también.

 

 

Ver una lluvia de estrellas

Ver una lluvia de estrellas y pedir un deseo por cada una de ellas es una de las actividades mágicas del verano. Es necesario alejarse un poco de la ciudad y buscar un buen lugar para poder disfrutarlo, pero merece la pena. Se puede preparar con antelación explicándoles por qué sucede, ayudándoles a pensar deseos y preparando todo lo necesario (recordad la ropa de abrigo por si refresca en el campo).

Hacer una cápsula del tiempo

Pasar una tarde haciendo una cápsula del tiempo que después podamos esconder en algún lugar es una forma de conectar con nuestros hijos e hijas y su pasado más reciente. Se trata de hacer una caja con pequeños objetos que puedan tener algún significado especial: algún juguete, un peluche con el olor de la colonia que utilizaban de bebés, un dibujo, una carta en la que escriban lo que les gustaría ser…

Después se cierra y se guarda en algún lugar. Si tienes jardín, puedes enterrarla. Si no, guárdala en algún lugar recóndito como un altillo de un armario que no utilices mucho.

Buscar tesoros

Una de las habilidades más increíbles de los niños y niñas es que su curiosidad y su capacidad de sorpresa son infinitamente mayores que las nuestras.

 

 

Esto tiene la ventaja de que cualquier cosa puede ser un tesoro: desde una piedra con forma de corazón hasta un palo que parezca salido del colegio de Harry Potter. Solo se trata de observar para encontrar así que es suficiente con salir a pasear para convertirnos en buscadores de tesoros.

Contar anécdotas familiares

A mis hijos les encanta que les cuente anécdotas familiares, tanto de cuando yo era pequeña como de cuando ellos eran bebés. No voy a negar que soy contadora de historias, pero, aunque no lo seas, es bonito enraizar a nuestros hijos e hijas con sus orígenes como una forma de enseñarles el respeto y el cariño hacia los que estuvieron antes que nosotros y que, a lo mejor, ya no están.

Por eso me encanta contarles mis veranos en el pueblo con mis abuelos, las cosas que me contaban de cuando ellos eran pequeños, los juegos que me enseñaron y lo que disfruté de su amor y entrega.

 

 

Mancharse

Ropa vieja y a disfrutar sin complejos. No importa que sea de pintura, de barro o de arena de la playa. Disfrutad de la experiencia sensorial que ofrece embadurnarse y hacedlo con ellos. Solo tendremos medida con los peques a los que no les gusta demasiado.

En ese caso, ofrecemos y respetamos hasta dónde quieren mancharse (si es que quieren hacerlo). Si queremos que prueben, ofreceremos las texturas y materiales de poco en poco, es decir, en lugar de ir directamente a jugar con barro, podemos llenar un pequeño recipiente para meter los dedos.

Tomar las riendas

Si son lo suficientemente mayores, podemos dejarles tomar las riendas del día. Se trataría de que recordaran algo así como “el día en que fuimos los jefes”.

 

 

No es necesario que sea todo el día si no lo consideramos oportuno, pero que puedan decidir qué comer, a qué jugar o dónde ir y que sean capaces de planificarlo y organizarlo además, les ayudará a mejorar sus funciones ejecutivas y favorecerá su autoestima.

Actividad creativa

¡Una de las principales cosas que no pueden dejar de hacer los niños y niñas es trabajar con sus manos! Pintar un cuadro o una camiseta, inventar una canción, hacer un mural, escribir un cuento o leer de manera conjunta un libro nos va a garantizar un tiempo trabajando en equipo con el resultado de una obra que pueda perdurar en el tiempo.

Descubrir lugares y personas nuevas

Ya habéis visto una pequeña lista de ideas de cosas que no pueden dejar de hacer los niños. ¡Y todas ellas son sencillas y no hay que pagar por ellas! No es necesario un gran viaje ni conocer celebridades, pero es posible que en tu lugar de vacaciones haya algún sitio especial al que ir y una persona con buenas historias para escuchar o algunos niños con los que comenzar una amistad.

 

 

En realidad, se trata sencillamente de pasar tiempo con ellos, de compartir experiencias y de dejarnos contagiar por su entusiasmo. Puede que alguno de estos planes no salga como tenías previsto. No importa. Inventa unos nuevos. Y no olvides, después de hacerlos, hablar sobre ellos, porque los recuerdos se crean no solo viviendo sino también recordando lo vivido.

 

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