El éxito educativo de los colegios “sin libros”

Los colegios sin libros no son una nueva moda ni solo para élites. Son, simplemente, lo que mejor funciona

Artículo publicado el 30 Ene 2022 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 5 septiembre, 2023

¿Educación reglada o enseñanza alternativa? Cada vez más centros públicos se rebelan y apuestan por una educación “sin libros”. Son centros escolares sin asignaturas, sin libros y con libertad para los alumnos. ¿En qué consiste el éxito de los colegios sin libros?

Cada vez más colegios públicos optan por las pedagogías alternativas respetuosas con la infancia, y cada vez más familias las demandan. Y no es para menos: los resultados de la enseñanza alternativa son a veces tan sorprendentes como sus métodos.

Enseñanza alternativa: Una educación que respeta la individualidad y el ritmo de cada niño

Hace mucho tiempo leía en Twitter a una madre que decía que se “moría de pena” teniendo que ayudar a su hijo de 6 años a hacer los deberes. Adjuntaba una fotografía del calendario semanal del chiquillo. En menos de una semana tenía una docena de deberes. Algunos de ellos, subdivididos en varios temas… con 6 años.

Al final de su protesta, la madre añadía con pesar y frustración: “Los coles con otras metodologías no están a mi alcance”. Hubo reacciones de todo tipo a su lamento. De solidaridad y hasta de enojo, incluso se la tachó de madre estresada, exagerada y sobreprotectora.

 

 

Hubo un padre que se atrevió a acusarla de confiar en “vendedores de humo” (refiriéndose a los docentes de otras pedagogías), en lugar de en los profesores del niño. Y también hubo quien le echó en cara que asumiera responsabilidades que no le correspondían (aludiendo al afán de la madre de ayudar a su hijo). Que estudiar era cosa del niño, no de ella.

Pues qué tristeza la de quien defiende una infancia sin apoyo y acompañamiento. Yo, en cambio, veo como algo positivo el que hoy en día los padres nos involucremos cada vez más en la educación de nuestros hijos. Apoyo y vivo una maternidad/paternidad consciente que no deja en manos ajenas la enseñanza ni la educación en valores de sus hijos.

 

 

Lo que no apoyo son las vertientes educativas incapaces de despertar en los niños su afán de aprender instintivo, de ilusionarles por conocer y explorar el mundo que les rodea… y en lugar de ello, dan la espalda a su infancia y la sofocan bajo montañas de deberes y exámenes.

Metodologías como Montessori, a menudo son repudiadas y rechazadas sin ser conocidas en profundidad (“¿Qué es eso de enseñar sin libros? ¡Menuda barbaridad! ¡Seguro que no aprenden nada!”), cuando en realidad son métodos de enseñanza que exigen muchísimo más de los profesores, de las familias y de los niños… Pero de otra manera.

 

Regalos Montessori

 

En los colegios “sin libros” los alumnos no se limitan a aprender las lecciones y rellenar las fichas, sino que tienen que investigar por su cuenta y elaborar cuadernos con sus propios textos y dibujos. Así es como interiorizan los conocimientos.

En las escuelas “sin libros” los niños no son meros expedientes académicos. Se atiende a su desarrollo integral, también como seres humanos. Se les inculcan valores y se fomentan sus capacidades específicas, las propias de cada uno. Porque cada niño, es un mundo.

Colegios en los que el niño es el protagonista del proceso educativo

En el colegio Montessori público al que asiste mi hijo, se enseñan botánica y ciencias naturales, como en cualquier otro. Solo que en lugar de pasar a los niños láminas fotocopiadas de semillas para que las coloreen y se aprendan los nombres de sus diferentes partes en casa, allí tienen un huerto.

Así los niños no aprenden de memorieta las partes de una planta que les presentan escritas en un libro; sino que la plantan, la cuidan, la dibujan y la estudian de forma práctica y experimental (a través de la propia experiencia). Y además se da seguimiento a las materias, porque observan su desarrollo a lo largo de cada una de sus fases del año.

 

 

Allí las materias no se inculcan con los libros. Son parte del día a día, de los hábitos y rutinas de los niños. El conocimiento se traspasa mediante actividades y tareas, juegos y trabajos en equipo en espacios abiertos, inclusivos y colaborativos.

El método de acercamiento a los niños, y de estos al conocimiento, es más natural, más adaptado a su etapa evolutiva. No es una barbaridad enseñar a los niños jugando, haciéndoles tocar, ver, oler, experimentar, comprobar por ellos mismos. Es lo que les pide su naturaleza.

 

 

Barbaridad es memorizar para pasar un examen y olvidar después. Barbaridad es cargar con deberes absurdos a niños que aún no aguantan ni 5 minutos sentados quietos en la silla (hay padres que aún conciben esto como falta de disciplina, para mí lo contrario es no respetar la etapa infantil y desconocer por completo sus necesidades).

Barbaridad es que los padres se tengan que poner con los críos en casa a enseñarles lo que los profesores no son capaces en el aula, porque los temarios son tan amplios que no les da tiempo a profundizar bien en ellos, o porque son docentes ahogados por el propio sistema, al que acaban sucumbiendo, siendo finalmente incapaces de empatizar y conectar con los niños. Eso no es educar, no es aprender.

 

 

Los “deberes” bien planteados deberían de ser otra cosa. Los deberes deberían de ser para los niños oportunidades de observación, exploración y experimentación del mundo que les rodea. Deberían alentar la curiosidad innata de los pequeños, las ansias de saber… porque las tienen, todos ellos, de sobra las traen consigo al nacer. Somos nosotros los que, después, se las matamos a base de mantenerles sentados en una silla.

Esos “vendedores de humo” que aman y respetan a los niños

Las guías Montessori o las expertas en Disciplina Positiva no son “vendedoras de humo”. Son profesionales como la copa de un pino. Muchas de ellas se han reciclado después de ejercer durante más de 10 años como docentes “tradicionales” (a veces mediante oposiciones) de centros educativos públicos y privados.

Son seres humanos humanizados que aman a los niños y respetan la infancia, por lo que deciden formarse otras pedagogías porque se dan cuenta de que esa forma ayudan y acompañan más y mejor a los niños. Muchas de ellas han sido testigo de cómo al descartar los métodos arcaicos de la educación reglada, el porcentaje de peques que pasa al siguiente ciclo sin saber leer o escribir disminuye considerablemente y mejoran sus “notas”.

 

 

Es más, han corroborado como ahora pueden construir un currículum académico enriquecido con las habilidades únicas de cada niño. Y eso solo por hablar de la parte académica… Todas ellas, sin excepción, cuando hablan de sus niños se refieren a personas, a seres humanos individuales y únicos, nunca a una masa homogénea denominada “alumnado”.

Y creedme cuando os digo que realmente emociona escucharlas hablar de ellos y de las dinámicas de trabajo que proponen en clase. Para ellas, ninguno de sus alumnos es “un niño” más. Todas ellas prestan atención a las caritas de sus peques, porque sus expresiones son el termómetro de sus clases, la guía que les orienta para saber si lo han conseguido, si han conectado con ellos y están “aprendiendo”.

 

 

Los resultados son a veces tan excelentes, que a menudo hay una apuesta firme por parte de Educación de extender este método al resto de escuelas de ciertas localidades a raíz del éxito de su aplicación en una sola escuela, porque se ha comprobado que la educación “sin libros” es mucho más eficaz. Dentro y fuera del aula.

En la zona en la que vivo, por cierto, hay un colegio privado de muy alto nivel y otro bilingüe… cuyas profesoras han acudido a reciclarse a los cursos que se imparten en el colegio Montessori público al que va mi hijo.

Métodos distintos, resultados sorprendentes

Si os interesa el tema, buscad información. Solo eso. Después, decidís. Pero no llevéis a vuestro hijo al colegio que está justo en la acera de enfrente solo porque sea cómodo o las instalaciones “estén muy bien” y las aulas tengan “muy buena pinta”.

No dejéis que os llamen neuróticas ni estresadas, ni que critiquen la forma que tenéis de acompañar a vuestros hijos en su infancia. Escuchad y distinguid el diálogo de la pura demagogia, absurda y reduccionista. Y, sobre todo, escuchaos a vosotras mismas. Seguid vuestro instinto. Nadie mejor que vosotras sabe qué es lo mejor para vuestros hijos. Y que les den tres duros a todos los demás.

 

 

Cada madre/padre tiene derecho a escoger el método de enseñanza que mejor considere que se adapte a las necesidades de sus hijos. ¿Qué escoges A? Perfecto. ¿Qué escoges B? Estupendo. Pero que sepas que hay alternativas, y que puedes escoger.

Hay muchos niños (y no me refiero a malos estudiantes ni a niños con necesidades educativas especiales) que se quedan fuera del actual sistema educativo teniendo altas capacidades y mentes brillantes. Solo porque, precisamente son tan inteligentes, que SE ABURREN EN CLASE. 

 

 

No me digáis que vosotros no conocéis el típico caso de fracaso: “¡Pero si es el más inteligente de la familia! Lo que pasa es que no quería estudiar…”, o de éxito: “Fíjate dónde ha llegado fulano… ¡y eso que en colegio siempre suspendía!”. Hay magníficos profesionales en cada campo a los que el colegio se les daba fatal. Y en su trabajo, en cambio, son auténticos portentos.

Ahora imaginaos que existe una metodología capaz de alcanzar a todos y cada uno de los niños, por diferentes que sean. De tener en cuenta sus necesidades y habilidades específicas y adaptarse a cada uno de ellos (sí, hay métodos que se adaptan al niño; y no obligan al niño a adaptarse al método). Imaginaos una metodología capaz de hacerles pensar y deducir, en lugar de obligarles a memorizar…

 

 

Hay muchísima diferencia entre una educación memorizada y una enseñanza activa y participativa que tiene en cuenta al niño como elemento dinamizador. Actualmente hay un listado bastante amplio de centros públicos que apuestan por las pedagogías alternativas. Y cada año las listas se actualizan e incrementan cada vez más.

También os recomiendo, si os interesa, leer esta entrevista a Cynthia Ramos, maestra y directora de un centro educativos Montessori pionero en Sevilla. Os transcribo algunos fragmentos:

-¿En qué se diferencia su centro de otros colegios reglados?

-La principal diferencia es que respetamos la individualidad y los intereses de cada niño, y en base a eso construimos el currículum, que enriquecemos con cinco líneas adicionales: ecología, arquitectura, arte, música y robótica. (…)

-¿Cómo encajáis los contenidos obligatorios?

– El material Montessori es buenísimo para el cálculo y para la lectoescritura, dos pilares básicos de la enseñanza que suelen ser muy tediosos en la escuela, a base de repetir, de fichas. Aquí es todo lo contrario: a través de juegos. (…)

-¿Y con la lectura?

-Darle un lápiz y papel a los niños de 3 años para empezar a escribir es un error enorme. En lectoescritura empezamos con una bandeja de harina: trabajan la escritura de una forma más sensorial, el cerebro interioriza mejor el aprendizaje y no tienes la dificultad añadida del trazo. Muchos niños reconocen que saben las letras pero tienen dificultad en la psicomotricidad de escribirla con trazo fino. De la bandeja de harina pasamos a la pizarra grande con tiza. Y de ahí a papel. (…)

-¿En qué radica el éxito del modelo?

-Este sistema necesita mucha creatividad e implicación docente y de las familias, profesores con muchas ganas de funcionar así y de buscar soluciones a las necesidades de cada niño.

-¿Qué elementos favorecen el aprendizaje?

-(…) La libertad de movimiento favorece el aprendizaje. (…) una clase debe de ser versátil y adaptarse a los alumnos y no al revés.

“Intereses de cada niño”, “necesidades de cada niño”, “a los niños les gusta”, “interiorizan mejor el aprendizaje”, “implicación docente y de las familias”, “profesores con muchas ganas de buscar soluciones a las necesidades de cada niño”,… Creo que sobran las palabras.

No es una nueva moda ni sólo para élites. Es, simplemente, lo que mejor funciona

En mis tiempos ya había profesores en contra del sistema de evaluación mediante exámenes. Ya había quien daba las clases fuera del aula, quien no nos hacía abrir un libro, quien no necesitaba un temario oficial para transmitir su pasión por la materia que impartía y sus conocimientos de ella.

Aquellos profesores, los apasionados, eran siempre los favoritos de los niños. Eran a los que más escuchábamos, cuyas lecciones más y mejor atendíamos y aprendíamos. Todos ellos, sin excepción, eran profesionales cercanos, que sabían cómo dirigirse a un público joven ávido de conocimiento y trabajar hábilmente las materias de manera que suscitará su curiosidad e interés en ellas.

 

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Eran personas que se dejaban la piel en cada clase y echaban a su espalda horas de preparación previa de cada una de las clases que después se impartían en el aula. También eran los que nos sacaban del cole, nos hacían ir de excursión, nos llevaban a museos y parques naturales, científicos o tecnológicos…

Y, claro, también había profesores que no sabían dar la clase sin leer, que no se la “preparaban”, que tenían miedo a los alumnos y nunca nos miraban a la cara, que no se paseaban por clase, que se quedaban sentados tras su mesa y se limitaban a dictar en voz alta, a mandar ejercicios y poner exámenes.

Para gustos, colores.

 

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2 comentarios en "El éxito educativo de los colegios "sin libros""

  1. Lo de que no son para elites… En mi ciudad hay dos, rondan los 250€ por niño que si tienes dos peques es la friolera de 500€ al mes! Lladme loca pero ganarles cuesta lo suyo!! Ojala hubiera alternativas mas accesibles…

  2. ¡Hola! Estamos buscando cole para nuestras hijas con pedagogía Montessori y hemos visto que llevas a tu hijo a uno público, ¿podrías indicarnos cuál?
    Gracias

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