Las células T de la leche materna mejoran el sistema inmunológico del bebé

Estos linfocitos son fundamentales para luchar contra las infecciones

Artículo publicado el 5 May 2021 - Este artículo ha sido revisado y actualizado con fecha 7 febrero, 2023

Uno de los múltiples beneficios de la lactancia materna es la protección contra las infecciones que adquiere el bebé. Diversos estudios lo han demostrado, y ahora conocemos uno más que relaciona directamente cómo la exposición a las células maternas a través de la leche aumenta las células T (células reguladoras Treg) en el recién nacido.

Beneficios de las células T

Las células T, también conocidas como linfocitos T, se forman a partir de células madre en la médula ósea. Son especialmente relevantes en el sistema inmunitario adaptativo, ya que se encargan de identificar y acabar con los patógenos invasores o con células tumorales. Cada célula T puede reconocer un objetivo diferente por lo que son muy específicas, y pueden mantenerse durante mucho tiempo en la sangre.

La “memoria” que se puede generar en el sistema inmunológico gracias a estos glóbulos blancos es realmente útil. No solamente porque ante una infección con el mismo patógeno nuestro sistema inmune es capaz de volver a luchar años después, si no que además responde de manera incluso más rápida y eficaz que la vez anterior. Esto se debe a que ya no es necesario comenzar con la respuesta innata, la que actúa en primer lugar, si no que la respuesta de la célula T se realiza de manera inmediata.

 

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Precisamente ahora muchos estudios sobre el Covid-19 investigan estas células, tanto para las vacunas como en el seguimiento de la enfermedad. Y es que aumentando los niveles de células T de memoria contra el coronavirus podríamos lograr una inmunidad a largo plazo, mucho más que con los anticuerpos que se generan tras superar el virus.

Cómo aumentar los linfocitos

Siendo tan determinantes estos linfocitos para la salud, lógicamente vamos a querer aumentarlos y proteger su actividad. De hechos muchos tratamientos y cada vez más investigaciones contra el cáncer consisten en la modificación de estas células en el laboratorio.

 

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En las personas sanas podríamos lograr un correcto nivel de células T gracias a la alimentación. En realidad no es necesario seguir una dieta estricta, determinada ni llena de superalimentos “milagrosos”. Simplemente, como insistimos a menudo, hay que llevar a cabo una dieta equilibrada. Muchas veces, abusar de alimentos llenos de calorías vacías provoca que dejemos de lado otros muchos más importantes.

No es un secreto que la malnutrición influye negativamente en los diferentes sistemas del organismo (digestivo, nervioso, inmunitario…). Unos buenos hábitos en la alimentación y el consumo de productos nutritivos y variados ayudarán a que estas células se encuentren en los niveles apropiados. Podríamos concretar en tener muy en cuenta aquellos ricos en zinc, como la carne roja, las aves, los moluscos, la avena, las almendras, avellanas y cacahuetes… Y la leche materna.

¿La leche materna contiene células T?

Además de los muchos componentes nutricionales, también encontramos numerosos anticuerpos en la leche materna y de ahí su función protectora contra virus, bacterias y parásitos. La leche materna contiene toda clase de inmunoglobulinas (principalmente en el calostro, pero también en la leche madura). La que está en mayor concentración es la IgA, que sirve para luchar contra todos los microorganismos y antígenos alimentarios a los que la madre ha sido expuesta. Los recién nacidos no son capaces de producirla por sí mismos y la leche materna les proporciona entre 0,25 y 0,5 gramos de IgA por día, este aporte es fundamental hasta que son capaces de empezar a segregarla en la segunda o tercera semana de vida.

 

 

Y sí, también contiene células T, de hecho estos linfocitos constituyen el 50% de la población de células de la leche materna. Dentro de las células T distinguimos cuatro subtipos con diferentes funciones, y el que más abunda en la leche materna es el que tiene la capacidad de regulación. Estas células Treg suprimen la inmunidad al finalizar la reacción, manteniendo la tolerancia a los autoantígenos.

Algunas de las enfermedades de las que protegen estos linfocitos en la leche materna son la enterocolitis necrotizante (frecuente en bebés prematuros), meningitis neonatal, infecciones del tracto digestivo, respiratorio y genitourinario, etc.

Transmisión de las células Treg con la leche materna

Al nacer, el bebé cuenta con un sistema inmunitario inmaduro que precisa de los estímulos de la microbiota para madurar. Por eso una colonización atípica se relaciona con una función inmunitaria deficiente. Para el microbioma neonatal es fundamental la transmisión vertical de la microbiota materna, principalmente a través del parto y de la alimentación.

 

El parto natural favorece la transmisión de bacterias "buenas" al bebé

 

De hecho, uno de los problemas que se traslada el exceso de cesáreas que se realizan actualmente es cómo la ausencia del parto natural puede influir, durante al menos siete años, en el microbioma infantil. Afortunadamente, si el recién nacido por cesárea es alimentado con leche materna, puede recuperar parcialmente la composición de la microbiota ya que gracias a la lactancia se expone a nuevos microorganismos.

Aunque todavía no se ha investigado suficiente, si valoramos la gran repercusión en la salud que tiene, la alimentación en el perfil inmunitario del recién nacido; cada vez tenemos más información. Este reciente estudio de la Universidad de Birmingham ha descubierto que la proporción de las células T reguladoras es mayor en los neonatos amamantados. Y esto es así gracias a la exposición a las células maternas a través de la lactancia (tanto por el contacto directo con el pezón de la madre, como por el contenido de bacterias y células maternas de la leche).

 

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En el estudio se aplicaron técnicas de inmunofenotipado, proliferación de células T y secuenciación de ADN, obteniendo como resultado la expansión de células Treg en los recién nacidos exclusivamente amamantados a las tres semanas de edad. Además la presencia de la bacteria Veillonella, que es mayor en la microbiota de los bebés amamantados, se asocia con la prevalencia de estas células T.

 

Por qué los recién nacidos de bajo peso tienen más riesgo de infección

Uno de los riesgos que tienen los bebés pretérmino y/o con bajo peso es que aumenta la posibilidad de tener un sistema inmunológico más débil. Y uno de los motivos puede que sea que los bebés con bajo peso gestacional presentan una atrofia en el timo (el órgano linfoide en el que maduran las células T), además de que muestran un deterioro en la inmunidad celular y refieren una reducción en número de linfocitos T. Esto les lleva a mostrar un deterioro de la respuesta inmune incluso años después.

 

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Así que sería un buen motivo para insistir, una vez más, en la necesidad de que los trabajadores de la salud estén convencidos científicamente del efecto protector que tiene la lactancia materna. Y por lo tanto se apoye y ayude de manera profesional y eficaz a todas las madres que deseen amamantar a sus hijos e hijas.

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2 comentarios en "Las células T de la leche materna mejoran el sistema inmunológico del bebé"

  1. Me gustaría poder leer los estudios y las referencias bibliográficas de los mismos. ¿Podrían poner dichas referencias? Gracias

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