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Este post se publicó originalmente el 14/03/2022 y ha sido actualizado en fecha 08/09/2024
En los últimos tiempos escuchamos hablar cada vez con más frecuencia de agotamiento parental o de agotamiento emocional en la crianza. Criar nunca ha sido asunto fácil, pero en los últimos tiempos parece que se hubiera convertido en una misión imposible. ¿Por qué nos resulta tan agotadora la crianza en estos tiempos? ¿Es que acaso los padres y las madres de hoy en día se ahogan en un vaso de agua?
No. La crianza y la educación de los hijos y las hijas nunca ha sido fácil, pero en las últimas décadas se han producido cambios que hacen que, en muchas ocasiones, se llegue a un agotamiento emocional que hace mella en nuestro día a día.
Agotamiento parental
Hasta hace relativamente pocas décadas, la inmensa mayoría de las mujeres no se incorporaron al mercado laboral por lo que, generalmente, la madre se ocupaba exclusivamente del cuidado del hogar y de los hijos e hijas. Que no solo no es poco sino más bien todo lo contrario. Cuidar de niños pequeños y llevar una casa es un trabajo que requiere más horas de las que implica cualquier trabajo a jornada completa.
No es que antes fuera fácil, es que ahora, con los dos miembros de la pareja, cuando la hay, desarrollando una actividad profesional remunerada y con las escasas, por no decir nulas, medidas de conciliación familiar, la crianza se ha convertido en una auténtica odisea.
Pero este no es el único cambio con respecto a las generaciones anteriores. Existe cada vez una mayor conciencia sobre la importancia de dar un trato respetuoso a la infancia. Durante años, niños y niñas han sufrido todo tipo de abusos, castigos y malos tratos sin que nadie se cuestionara si estaba bien o mal.
Si un niño no hacía lo que se le pedía el problema era el niño que nos había salido desobediente y le caía un guantazo o volaba una zapatilla y asunto resuelto. Querer educar de forma respetuosa con la mitad de tiempo, el doble de responsabilidades y sin haber tenido un ejemplo claro de cómo hacerlo solo suma estrés a este agotamiento parental del que hablamos.
Aunque la corresponsabilidad puede ser una ventaja con respecto a las generaciones anteriores en la práctica, cuando hay una pareja, lo más habitual es que ambas partes se sientan desbordadas de responsabilidades y, además, pueden surgir roces y conflictos cuando hay opiniones distintas sobre cómo afrontar la educación de los hijos y las hijas.
Si todo esto no es suficiente para entender porque tantas familias afirman caer en este agotamiento emocional en la crianza, además, se añade la presión de intentar llegar a todo y tener vidas perfectas como las que vemos en las redes sociales. Si hace algunas décadas podíamos compararnos, con el vecino o con la mamá con la que coincidías en el parque, hoy en día las redes nos ofrecen millones de vecinas que nos enseñan parte de sus vidas. No vamos a criminalizar a las redes, pero es importante tomar conciencia de que cada quien comparte lo que quiere y, normalmente, en el escaparate solemos poner el vestido más bonito.
Cómo lidiar contra el agotamiento emocional en la crianza
Si queremos lidiar contra este agotamiento y disfrutar de la crianza sin torturarnos cada día con la culpa de no llegar a todo hay algunas cuestiones que podemos tener en cuenta.
Ajustar las expectativas
Pese a la presión social, debemos ser realistas. El día tiene 24 horas. A menos que nos sobre el dinero, nos van a faltar horas para llegar a todo al 100%. Rendir en el trabajo como si no tuvieras hijos/as, criar como si no tuvieras trabajo remunerado y, además, tener la casa de revista y la vida social de un/a adolescente es sencillamente imposible. Afloja y asume que llegamos hasta donde podemos llegar.
Priorizar lo esencial
Si no vamos a poder llegar a todo, tendremos que priorizar qué es lo realmente importante. Por lo general, el peso de la responsabilidad nos lleva a dedicar muchas horas a la actividad laboral y a las tareas domésticas, pero es importante que tomemos conciencia de que la infancia dura apenas un suspiro y que el tiempo de disfrutar del tiempo en familia es ahora. Si la casa no está de revista o no somos el empleado o la empleada del mes tampoco pasa nada.
El autocuidado es clave
Para cuidar es imprescindible cuidarnos. Si no estamos bien nosotras/os, difícilmente vamos a poder encargarnos de atender las necesidades de nadie más cuando ni siquiera somos capaces de atender las nuestras propias. Cuando nos dejamos llevar por la vorágine de cuidar a las demás personas y nos olvidamos de nosotras/os mismas/os es fácil que estemos irritables, demos malas contestaciones, perdamos los nervios y, después, nos sintamos mal por no tener la suficiente paciencia. Primero, tú.
La conexión marca la diferencia
Las prisas y las exigencias nos llevan a desconectarnos tanto de nuestras/os peques como de nosotros/as mismos/as. Es fundamental que escuchemos sus necesidades y las nuestras, que conectemos con sus emociones y las nuestras, y que estemos presentes en sus vidas y en las nuestras.
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