1 de junio – Día Mundial de las Madres y los Padres

Es posible que no supieras que existe un Día Mundial de las Madres y los Padres. Tradicionalmente, hemos celebrado el Día del Padre el 19 de marzo y el Día de la Madre el primer domingo de mayo. Ambas fechas están vinculadas a la tradición católica puesto que el 19 de marzo es el día de San José y el primer domingo de mayo está relacionado con la Virgen María.

Sin embargo, quizá como forma de universalizar más allá de las connotaciones religiosas el papel de la familia y de los progenitores, la ONU estableció el Día Internacional de las Familias que se celebra desde 1993 cada 15 de mayo y, posteriormente, en 2012, el Día Internacional de las Madres y los Padres que se celebra el 1 de junio como forma de honrar la importancia del rol de estos dentro de la sociedad.

Así que, con la excusa de la celebración de este día, vamos a dedicar estas líneas a reconocer el trabajo, la dedicación y la responsabilidad de los que cada día nos dedicamos a la crianza de nuestros hijos e hijas.

 

 

Día Mundial de las Madres y los Padres

Dice el refrán que para educar a un niño hace falta una tribu. Y no le falta razón al dicho. Vivimos en sociedad, los comportamientos, palabras y acciones de los demás nos influyen. Para bien o para mal. Sin embargo, cuando nace un/a niño/a, su primer contacto con el mundo son sus padres en la mayoría de las ocasiones. Está demostrado que este primer vínculo que se extiende los primeros años de vida va a marcar el desarrollo posterior.

Así, cuando tenemos un hijo o una hija muchas veces no somos conscientes de la misión en la que nos embarcamos. De repente, el mundo que giraba en torno a nosotros, empieza a girar en torno a un bebé que necesita de nuestros cuidados las 24 horas del día. Y es ahí donde empiezan los desvelos, las dudas, los momentos impagables de disfrute, la satisfacción de verlos crecer, las meteduras de pata, la culpa, el orgullo que se te sale por los poros…

Hace no mucho leí una frase, ya no recuerdo dónde, que decía “la cuestión no es qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos sino qué hijos vamos a dejar a nuestro mundo”. Me dio mucho que pensar. Es nuestra responsabilidad dejar al mundo unos/a hijos/as íntegros, honestos, tolerantes… La misión parece difícil, pero quizá sea más sencilla de lo que creemos. Quizá sea suficiente con dar ejemplo. Eso sí, exige de nosotros algunos ajustes.

 

 

El primero de ellos será garantizar un entorno de cuidados basado en la comprensión, la empatía y el amor. Si conseguimos crear con nuestros hijos e hijas un vínculo de seguridad y confianza, gran parte del trabajo estará hecho.

La difícil misión de dar alas y raíces

Al crecer, la misión consistirá en ir soltando cuerda para dejar volar. Me parece muy gráfica la frase aquella de que a los hijos hay que “darles raíces y alas”. Raíces para que no olviden nunca de dónde vienen (y adónde pueden volver cuando necesiten) y alas para que puedan ir donde quieran. No se me ocurre mejor metáfora.

Y todo ello con la vista puesta en un futuro en el que quizá ya no estemos, pero en el que tengamos la plena confianza de que dejamos unas hijas y unos hijos que harán de este mundo un lugar mejor. Así que, ya que nos ponen en bandeja un día para celebrar la importancia de nuestro papel, celebremos.

¿Cómo? Como queramos. Podemos aprovechar para hacer algo especial con los peques como ver una película, ir a algún sitio bonito o disfrutar de unos juegos de mesa. No olvidemos que especial no quiere decir que tengamos que organizar algo demasiado impresionante o que nos tengamos que gastar un dineral. Hay muchos momentos que pueden ser especiales. Solo hay que poner el foco en todo lo bonito que nos regalan nuestros hijos cada día.

 

 

O también podemos celebrarlo regalándonos un rato de autocuidado: un café con otros padres y madres, una película en el cine o un paseo pueden ser fantásticas ideas.

Al final se trata de que nosotros y nosotras mismas que, a veces, nos castigamos demasiado diciéndonos que lo estamos haciendo mal, podamos mirar a nuestros hijos e hijas y decirnos “sigue adelante, lo estás haciendo bien”.

Por tanto, celebremos, el 1 de junio y el resto de días, que a pesar de la falta de sueño, de las rabietas, de los deberes y de las revisiones, tenemos en nuestros brazos las risas, las miradas rebosantes de curiosidad, las primeras palabras y los primeros pasos, la esperanza y el futuro.

 

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